Entre los dichos que vienen a mi memoria en esta época de proceso electoral está aquel que dice: “Prometer no empobrece”; se refiere a que la palabra dada, no necesariamente cumplida, no quita nada. Sin embargo, en el contexto electoral el prometer empobrece, y mucho, porque es precisamente gracias a esas promesas ofrecidas en campaña que muchos de nosotros llevamos al poder a muchos de “los otros” que sólo saquearon sus estados y, por si fuera poco, al país.
El PRI promete, por conducto de su candidato, que va a quitar el fuero, propuesta que tenía casi dos años en el Congreso y que desecharon; que va a combatir la inseguridad, aunque 2017 haya sido calificado como el año más violento de la historia reciente y este sexenio como el más feroz contra la prensa; que tendremos educación de excelencia, aunque la Reforma Educativa de este gobierno haya resultado un desastre; que los hospitales públicos estarán al cien, aunque hoy en cada uno de ellos se sufre hacinamiento y laboran en condiciones precarias; y, para no fallar, que ningún recién nacido vendrá al mundo en pobreza extrema, aunque actualmente la extitular de la Secretaría de Desarrollo Social sigue fuertemente cuestionada por desvíos millonarios.
Pero como en el discurso se puede decir lo que sea, los dejamos hablar y escuchamos, aunque, ahora sí, sin ninguna certeza de que cumplan por lo menos la mitad de lo que ofrecen; cualquiera diría que debemos obligarlos a cumplir con sus promesas. Una forma de forzarlos pudo ser la firma ante notario público de sus propuestas, pero así lo hizo el titular del Ejecutivo en su campaña en 2012 cuando firmó más de 250 compromisos, de los cuales es muy probable que no haya cumplido aún ni con el diez por ciento.
Por otro lado, el candidato conocido como “Ya Saben Quién”, trae en su discurso un paquete de propuestas como quitarle la pensión a los expresidentes, que también se encuentra en el Congreso y que el grupo parlamentario de su partido no discutió; o “no más gasolinazos”, aunque hay una iniciativa en el Congreso para revertir el gasolinazo, que tampoco apoyaron sus legisladores. Por si fuera poco, su compromiso con la transparencia se refleja en sus propios legisladores: sólo 2 de 36 presentaron su 3 de 3.
Así podríamos exponer varios casos de otros candidatos que hoy nos traen un abanico de ofertas muy atractivo, pero que en los hechos, cuando de apoyar las iniciativas y las propuestas en el Congreso se trata, o en sus oportunidades de cumplirlas desde el gobierno, no lo han hecho.
Según el diccionario, la política es la ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los estados; y el significado de la palabra política indica, por definición, que está relacionada con los ciudadanos y que es el proceso de la toma de decisiones que se aplica a todos los miembros de un grupo; sin embargo, es lamentable que varias fuerzas políticas tomen su labor para obstaculizar al adversario de manera constate con tal de que no se lleve el crédito, y todo por la lamentable razón de que si no lo hacen así el reconocimiento sería para otra fuerza política y eso se reflejaría en las urnas.
Por justicia debo aclarar que todas las iniciativas y propuestas a las que me refiero en este texto son de los legisladores de Movimiento Ciudadano; es así que sus planteamientos para eliminar el fuero, para quitar la pensión a expresidentes, para tener internet libre y para dar reversa al gasolinazo, por mencionar algunas, nunca se discutieron y/o aprobaron. Los diputados ciudadanos las presentaron en el Congreso desde hace casi dos años o más, y ninguna de ellas fue apoyada por el PRI o por Morena; pero eso sí, en pleno proceso electoral, las presentan como propias, las toman como bandera y aseguran que lucharán por ellas.
Por lo anterior considero que como ciudadanos podríamos hacer un análisis simple para saber si los candidatos cumplirán sus promesas: sería cuestión de revisar si, cuando han tenido la oportunidad de cumplir con su deber y servir a sus semejantes, han puesto por delante los intereses de la gente que los suyos; eso nos daría un poco de luz y nos permitiría tener otra perspectiva para razonar y decidir nuestro voto en la próxima elección. ¡Basta de simulación!