“Efe de Froy” no firma obras abstractas o políticamente correctas, firma obras llenas de elementos que todos conocemos, de rostros con los que hemos crecido, de símbolos que cualquier mexicano ha incluido en su imaginario
El arte urbano, el arte callejero como suele ser llamado, no sólo cumple una función estética sino que desempeña además una función social: su escaparate es cualquier calle de la ciudad; sus espectadores todos los transeúntes que, de manera voluntaria o involuntaria, conviven con la obra en su día a día. Quizá la característica principal de estas manifestaciones artísticas sea que irrumpen en la cotidianidad de las personas, en espacios que habitan a diario y que súbitamente adquieren otro sentido a través del arte. No existe de por medio este contrato tácito de la voluntad del espectador de asistir a una obra de teatro, a un museo o a una exposición, donde el espacio está dispuesto para contemplar el arte; incluso en los casos en los que la obra no es estática sino que invita a vivir una experiencia, algunas cláusulas de este contrato siguen vigentes: el público tuvo que ir a comprar un boleto, elegir un día y un horario, disponerse a ese contacto. Pero en el caso del arte urbano no existen los contratos, no hay aviso previo, no hay reglas para relacionarse con la obra, no hay guías para apreciarla, simplemente aparece de pronto ante los ojos de miles de personas y las obliga a ver ese lugar, esa esquina de un parque, esa pared de una casa, ese semáforo a mitad de una avenida, con una mirada distinta.
Un referente que se ha vuelto cada vez más conocido y ha traspasado fronteras es el de Froy Padilla Aragón, mejor conocido como “Efe de Froy”. Desde hace aproximadamente dos años, este joven muralista mexicano ha ido interviniendo los muros de Oaxaca hasta sumar actualmente más de 20 composiciones creadas por medio de la técnica wheat paste, que consiste en utilizar papel bond con engrudo para crear las obras. Así, estas enormes imágenes se pueden borrar usando solamente agua y un cepillo, lo cual destaca su cualidad efímera, como sucede con el resto de los espacios de la ciudad, que finalmente están vivos y cambian de un momento al otro.
Pero quizá lo más significativo del trabajo de este artista de 31 años es la manera en que utiliza íconos de la cultura popular mexicana y estadounidense para resignificarlos a través del arte pop. “Quería explorar cómo se forma mi imaginario cultural de personajes, y por eso en algunas paredes de amigos que están cerca del centro histórico, fue como empecé a pegar ciertos personajes”, explicó Froy Padilla en entrevista para el diario Vanguardia.
En sus obras, personajes del mundo del espectáculo mexicano como Chabelo y Luis Miguel, aparecen representando figuras del cine hollywoodense como Marty McFly de Back to the Future; personajes de Star Wars se reinventan al lado de íconos del cine de oro mexicano; referentes culturales de la talla de Frida Kahlo son retratados en el cuerpo de figuras de series tan populares como Los Locos Adams; estrellas como John Lennon aparecen mezcladas con figuras como “la sacerdotisa de los hongos”, María Sabina, e incluso personajes icónicos de la Revolución Mexicana, como Emiliano Zapata, son representados en poses típicas de las revistas de moda.
Lo que logra Froy Padilla con estas propuestas es sacar completamente de contexto a los grandes íconos, con todo el imaginario social que traen detrás, y mezclarlos con otros referentes, muchas veces opuestos, creando híbridos que cuestionan la historia y las tradiciones de ambos países y logran confrontar al espectador.
Como todo ejercicio creativo que nace de un cuestionamiento genuino y una reflexión profunda, el resultado de estas intervenciones ha creado polémica en algunos casos. “Muchos se han quejado de que estas figuras (como Pedro Infante y Jorge Negrete) representan el machismo mexicano, y lo entiendo, pero actualmente no tienen que ser así las cosas y estos íconos deben ir más allá de lo que representan. Los antiguos aztecas sacrificaban personas y nosotros aún queremos esas raíces. No debe estar peleado con el concepto que algún día tuvieron. Hay que conservar a nuestros ídolos”, aseguró el artista en la entrevista. Y este afán de conservar a nuestros ídolos es lo que lo lleva a actualizarlos, ponerlos a dialogar con otras realidades que también forman parte de nuestra cultura, llenarlos de ironía a través de referentes con los que nos comunicamos actualmente, como los “memes”.
“Efe de Froy” no firma obras abstractas o políticamente correctas, firma obras llenas de elementos que todos conocemos, de rostros con los que hemos crecido, de símbolos que cualquier mexicano ha incluido en su vida a lo largo de la historia. Pero además lo hace en un formato imposible de ignorar y en una ciudad cuyo centro histórico es considerado patrimonio cultural de la humanidad, por lo cual también se han generado reacciones por parte de las autoridades. “El municipio clausuró dos piezas que estaban en el centro. Existe un dilema de cuál es el límite de la expresión, a qué llamar arte urbano”, comentó el artista a BBC Mundo.
Esta discusión sobre los límites en el arte urbano se ha dado en casi cualquier expresión artística que ocurre fuera de un recinto establecido, pero justamente por la dificultad de frenar esa libertad y por lo efímero de su naturaleza, las expresiones siguen surgiendo. En este caso, las obras de Froy Padilla han rebasado fronteras, llegando a espacios como Miami o Suiza y obligando a la sociedad a mirar con otros ojos, a cuestionar los espacios que habita y a entablar un diálogo natural con el arte que, literalmente, está a la vuelta de la esquina.