Durante décadas la sociedad permaneció acallada frente al monopolio gubernamental de los medios de comunicación. En años recientes los ciudadanos encontraron en las redes sociales y en las nuevas tecnologías una herramienta de comunicación que garantiza su derecho a la libre expresión.
El impacto positivo de las redes sociales en procesos de transformación social está comprobado. Sirva de ejemplo la Primavera Árabe, en la que gobiernos que se perpetuaron autoritariamente por décadas cayeron en semanas, gracias a que los ciudadanos utilizaron las nuevas tecnologías como instrumentos de movilización.
El uso y acceso a estas plataformas digitales debe ser concebido como una victoria de los ciudadanos de la aldea global. La mayoría de los gobiernos en el mundo ven con temor el avance de estas nuevas tecnologías por considerarlas un problema de seguridad nacional.
La tendencia global consiste en el control de los medios electrónicos y diversas plataformas digitales que, de forma moderada o radical, impongan un marco jurídico que limite el acceso de los ciudadanos a las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) y fomente la cibercensura.
Sirva de ejemplo el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP en inglés), esfuerzo intergubernamental revelado en Wikileaks, que plantea una perversa regulación de los proveedores de Internet a nivel trasnacional (El gobierno mexicano negocia un acuerdo que limitaría la libertad de acceso a Internet: http://bit.ly/1LcpwZj).
El uso de estas modernas tecnologías ha dado un nuevo significado al ejercicio de la política, ya que numerosos actores gubernamentales y no gubernamentales las utilizan para obtener ventaja política o electoral. En las elecciones del 7 de junio último quedó de manifiesto la importancia de las redes sociales y el uso de las nuevas tecnologías.
Es claro que la batalla electoral en los últimos años se da en escenarios alternativos que superan a los medios de comunicación tradicionales y en los que los partidos políticos invierten cada vez más recursos humanos y financieros a fin de montar estrategias de tecnopolítica. La construcción de una democracia participativa va de la mano de la revolución digital, en la que el acceso de los ciudadanos a las nuevas tecnologías resulta un tema prioritario.
La propuesta de #InternetLibre sintetizó el interés de Movimiento Ciudadano para que la sociedad tenga acceso de forma gratuita y con servicios de buena calidad a estas nuevas tecnologías. Vencer a los partidos tradicionales requiere emplear y aprovechar formas alternativas a la política tradicional. Está demostrado que en la era de la revolución digital los ciudadanos comienzan a tener preferencia por los medios electrónicos por encima de los medios de comunicación tradicionales, como la radio y la televisión. En México hay aproximadamente 51 millones de usuarios en Facebook, de los cuales 31 millones pasan diariamente hasta 30 minutos en esta plataforma digital.
Esta cifra es superior al rating de los noticieros de las principales televisoras y su alcance representa el doble de circulación del principal diario del país. Apostar a los medios de comunicación tradicionales sería una contradicción, no sólo porque la población se orienta progresivamente a formas alternativas de comunicación e información, sino porque estos medios, además de costosos, siguen monopolizados por el gobierno federal y los partidos políticos tradicionales.
La reglas electorales actuales son asimétricas e inequitativas. Los recientes comicios evidenciaron particularmente el uso desmesurado de recursos: desde el gasto millonario en campañas propagandísticas que favorecieron la spotización, hasta la ejecución de acciones reprobables que cínicamente transgredieron la ley electoral, como las emprendidas por el Partido Verde. Frente a esta competencia desequilibrada y desigual, optimizamos nuestros recursos y apostamos por una comunicación distinta a los partidos tradicionales, en la que las redes sociales son prioritarias.
El éxito de Movimiento Ciudadano no sólo consiste en una propuesta innovadora, nuestra estrategia está soportada por valores, principios y causas. Innovar es utilizar las nuevas tecnologías, pero también comunicar de otra manera, de forma sólida y coherente con nuestras acciones. No obstante que las redes sociales han contribuido en los últimos años al proceso democratizador del sistema político mexicano, aún estamos muy lejos de que estas plataformas digitales se consoliden en México como auténticos instrumentos de movilización, como sucede en otros países. Es necesario redimensionar su importancia. Hemos dado un primer paso: corroboramos que las redes sociales se consolidaron como difusoras confiables de la información que ocultan los medios tradicionales.
El siguiente paso sólo es posible si se consolida una sociedad madura y bien informada, que entiende el uso de las nuevas tecnologías como un medio para el cambio y no como un fin. La transformación que necesita México requiere de la participación activa de una ciudadanía informada y organizada en la que las redes sociales tienen un papel preponderante como amplificadores del mensaje.