C
olosio Riojas es alguien que quiere cambiar al mundo, pero está consciente de que no puede hacerlo solo. Aunque sí logra aportar un grano de arena, ese que construye al ladrillo y que forma parte del muro.
Mi padre me inculcó que me dedicara a hacer el bien, independientemente de lo que yo quisiera hacer. Creo que ese es el mejor legado que pude heredar de él. Y es lo primero que procuré hacer desde mi profesión en la abogacía, en el sector privado; y ahora que puedo hacerlo desde donde estoy, no me voy a detener.
Lo más importante de la función pública
Empezaré por decir que ser un servidor público, sea cual fuese el cargo, es algo que siempre rechacé rotundamente, porque había motivos que me hacían marcar una línea. Curiosamente fue esa misma línea la que me hizo desear estar aquí.
Me refiero a cómo se mueven muchas cosas dentro de la política, cosas que sé que se pueden hacer mucho mejor, y aunque suene a cliché creo que mi trabajo será el cambio que yo le aporte al sistema.
Lo más gratificante
Estimula salir todas las semanas a las calles y ver las condiciones en que está la gente y cómo anhela salir adelante. Pero muchas veces se topa con pared, la pared que levantó el propio sistema, que supuestamente debía servirles y apoyarles para salir adelante.
Creo que esa reconexión entre el servicio público y la gente a quien debe de servir, es crucial para poder recuperar el rumbo hacia una mejor administración y, sobre todo, hacia las metas de progreso y desarrollo que queremos alcanzar como país y como sociedad.
La columna vertebral del proceso
Desde mi trinchera defenderé siempre los derechos y la dignidad de la gente, al tiempo que velaré por sus intereses. Como Coordinador de la Bancada de Movimiento Ciudadano en el Congreso local, y en armonía con la declaración de principios del partido al que pertenezco, he reiterado mi compromiso con la promoción, defensa y garantía de los Derechos Humanos, al igual que con la construcción de un Estado democrático que garantice que todas las personas logren un desarrollo integral y vivan en paz y armonía.
Creo también que en el desarrollo humano como clave para el ensamblaje de toda la nación. Soy de la idea de que debemos invertir cada vez más en valores y ética, incluso en educación. Éste debe de ser el centro de nuestro trabajo como servidores públicos.
Y aunque por muchos años ha habido una relación unilateral, en la que solamente hay compromiso del ciudadano hacia el aparato gubernamental y el aparato gubernamental no ha respondido ni hay reciprocidad hacia la ciudadanía, es tiempo de hacerlo diferente.
Hacia dónde van los caminos
Quiero construir mi propio camino y ser un ejemplo para mis hijos; quiero dejar huella apegándome siempre a mis valores y a mis ideales. Tengo mucho que seguir aprendiendo; no hay día que no esté frente a una situación que me haga sentir inexperto, y eso es para mí un llamado enérgico a la humildad.
Definitivamente seguiré trabajando en la política. No sé desde qué lugar u oficina porque aún no tengo un proyecto definido. Pero estoy seguro de que a medida que crezca como persona, el destino me señalará hacia dónde ir. Como ha ocurrido hasta hoy, nunca aceptaré un cargo público para el que no esté preparado.
Mi prueba de fuego
Para continuar o no por este camino, será decisivo el hecho de que en los próximos dos años y medio, tenga ya no sólo un voto de confianza, sino una ratificación a mi trabajo si es que estoy haciendo bien las cosas. Entonces sabré si ese salto de fe que se tomó el año pasado en las urnas, se convirtió o no en una decisión a conciencia del trabajo que logramos hacer.
Y no se trata nada más de mí. Se trata también del esfuerzo de todo un equipo conformado por mujeres y hombres profesionales, trabajadores y humanos, que se desviven por el trabajo que hacemos no solamente en el recinto legislativo sino allá afuera, en las calles, donde hacemos el trabajo más importante.