Además de poder realizar movimientos inimaginables, ayuda a liberar el estrés y a desarrollar habilidades mentales
En México se incrementa entre los jóvenes la práctica de parkour o arte del desplazamiento. Esta técnica francesa consiste en realizar intrépidos y precisos movimientos corporales para llevar al cuerpo a límites inimaginables en cualquier entorno, por medio de la concentración y el arduo entrenamiento, comenta Gabriel Mendoza, mejor conocido como Frodo R., quien imparte clases de esta disciplina en el Distrito Federal.
Los hombres practicantes de esta técnica son denominados traceurs y en el caso de las mujeres trauceuses, término que significa “trazadores”, porque a gran velocidad y de manera improvisada, trazan su camino para efectuar saltos a largas distancias mientras giran en el aire, caen con precisión en barandales logrando sostener el peso de su cuerpo tan sólo con las manos o los pies.
Este deporte se empezó a practicar en nuestro país apenas hace diez años, pero algunos sectores de la población lo estigmatizan al relacionarlo con actos vandálicos y prácticamente no existen espacios dedicados para su entrenamiento, debido a que las autoridades no impulsan su cimentación. En este sentido, Frodo que forma parte de Traceur Project, grupo que tiene como objetivo la enseñanza y difusión del parkour en México, señala que “a veces la policía no permite que entrenes en parques o al aire libre y piden que te retires; ignoran que es una disciplina que no afecta a nadie, por el contrario, te permite trabajar en equipo”.
Incluso, destaca, que dentro de la filosofía del parkour, la competencia no es aceptada entre los demás practicantes, la satisfacción de llevarlo a cabo es únicamente para uno mismo, para ser más fuerte cada día, tanto física como mentalmente, porque el reto es evolucionar y extender el aprendizaje a través de los años de preparación.
Ante ello, es recomendable modificar las rutinas para plantearse variables desafíos, debido a que el cuerpo y la mente se acostumbran a resolver de forma sencilla las tareas monótonas, aunque tampoco es válido arriesgarse innecesariamente.
Por esta razón, Frodo señala que exclusivamente el constante entrenamiento permite el desarrollo y perfeccionamiento de habilidades como flexibilidad, equilibrio, fuerza, coordinación y estética, así como la confianza en sí mismo para tomar decisiones improvisadas ante cualquier obstáculo, lo que requiere disciplina, concentración y confianza.
Esta técnica, que inició a principios de los años 90 por David Belle y Sebastien Foucan en Lisses, Francia, tras inspirarse en el Método Natural de Georges Hébert, la puede practicar cualquier persona “sin importar el género o la edad. Es cierto que se le facilita más a quien realiza ejercicio, aunque no garantiza su buena ejecución; no hay límite de tiempo para aprender, lo importante es conocer las propias limitaciones y conforme se evoluciona, se hacen movimientos más complejos”, asegura.
Entre más obstáculos mejor
Mientras Frodo recorre una estrecha arista de un edificio en Ciudad Universitaria, les explica a sus alumnos la postura que deben mantener al cruzar, algunos inevitablemente tensan los rostros por temor, aunque esto no les impide llegar al otro extremo. En este deporte urbano, la mente y el cuerpo deben trabajar en conjunto para esquivar obstáculos y lidiar con el miedo.
Sin embargo, persiste la creencia que los traceurs nunca sienten temor, pues les encanta vivir la adrenalina al máximo, y aunque este último aspecto es cierto, la realidad es que siempre trabajan en una delgada línea entre la confianza y el miedo. Emociones que con el tiempo se logran controlar, e incluso, se aprovechan para trabajar a favor, porque en esta disciplina no deben existir errores ni titubeos, de lo contrario el resultado podría ser fatal.
El joven entrenador de 30 años recomienda utilizar tenis cómodos que se ajusten al pie y posean una suela resistente que amortigüe los impactos de cada salto. Así como ropa cómoda para desplazarse sin ningún problema.
Con el fin de aprovechar las múltiples vallas, barandales, muros y objetos del entorno, Frodo R., quien desde hace ocho años practica esta disciplina, imparte clases al aire libre en las instalaciones de Ciudad Universitaria, en Centro Médico y en la Escuela Sierra Nevada de San Mateo.
A sus alumnos les ofrece un entrenamiento que consta de cuatro fases: el precalentamiento, consiste en mover las articulaciones para generar menor desgaste óseo; después por medio de ejercicios cardiovasculares procede al calentamiento, para aumentar la temperatura corporal y obtener mejor rendimiento.
En seguida explica las técnicas que desarrollarán, ya sea elementos básicos, desplaces específicos o rutinas; y por último, el enfriamiento, que permite la adecuada recuperación muscular y el ritmo cardiaco.
No obstante, destaca que el elemento esencial es disfrutar en todo momento el reto que conlleva cada “trazada”. Frodo concluye que si bien en México cada día más personas practican parkour, aún se requiere mayor difusión para destacar los beneficios que les brinda a las personas, porque además de permitirle al cuerpo realizar movimientos inimaginables, ayuda a liberar el estrés y a desarrollar habilidades mentales.