Tráfico de armas: México pone las víctimas, EE. UU. las armas

En un escenario de responsabilidad compartida, se requiere de la firme posición del gobierno federal para introducir en la Agenda Bilateral, además del tema migratorio y el tráfico de drogas, el freno al tráfico de armas como medida para atender la seguridad fronteriza

Pilar Lozano Mac Donald

Pilar Lozano Mac Donald
Secretaria General de Acuerdos de Movimiento
Ciudadano.
Presidenta de la Comisión del Mexicano
Migrante

La dicotomía de una realidad que no se ha querido enfrentar: por un lado, Alex LeBarón, líder de esa familia en Sonora, que recientemente sufrió la muerte violenta de nueve de sus integrantes, le pregunta al presidente de EE. UU: “¿Quiere ayudar?”, le pide que reduzca el consumo de drogas en su país y que evite vacíos legales que inyectan sistemáticamente armas a México. Por el otro, el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, reconoce que el calibre de los casquillos .223 de fabricación Remington que se utilizaron en esa masacre, son de procedencia estadounidense.

Vemos con tristeza cómo los campos fértiles de nuestro país que antes se veían cubiertos de flores y frutos, se han convertido en tierra donde cada día se cosechan nuevas fosas, regadas con dolor y sangre.

En los últimos meses, este ambiente de violencia se ha intensificado, volviéndose comunes los asesinatos colectivos que incluyen a gente inocente y los ataques que paralizan ciudades, como el fallido arresto del hijo de “El Chapo” Guzmán, con el lamentable sometimiento de los cuerpos de seguridad pública, obligados a dejar libre a Ovidio Guzmán, y la masacre de la familia LeBarón, en el estado de Sonora, por citar un par de ejemplos.

A pesar de que el canciller Marcelo Ebrard afirmó que existe un grupo de alto nivel integrado por autoridades de México y Estados Unidos para detener el flujo de armas que ingresan al país y que son utilizadas en la mayoría de los eventos violentos dentro de territorio nacional, lo cierto es que el problema persiste.

Al interior del país, la decisión del gobierno federal de frenar la ofensiva en contra de los grupos criminales (“abrazos en lugar de balazos”) parece no incidir en la disminución de la violencia.

Todos los días vemos en medios de comunicación asesinatos, secuestros y desaparecidos.

El tráfico de armas es tan grave que, se estima, cada día entran a México 567 armas de fuego ilegales, que en la última década sumaron más de dos millones de armas. ¿La consecuencia? Tan sólo en 2018 se registraron 35 mil 964 homicidios en nuestro país y en los primeros diez meses del actual gobierno federal suman 29 mil 629 las personas asesinadas.

Son varios los factores que generan esta preocupante situación, sin embargo, destacan tanto la débil regulación en Estados Unidos para la compra, venta y posesión de armas, que ha permitido que la mayoría de las armas adquiridas en la última década hayan ido a parar a manos de los cárteles de las drogas en México, como también la débil postura de los gobiernos de nuestro país, que han tolerado o, al menos, no han sido firmes en la demanda de frenar el tráfico de armas, permitiendo miles de muertes.

En un escenario de responsabilidad compartida, se requiere de la firme posición del gobierno federal para introducir en la Agenda Bilateral, además del tema migratorio y el tráfico de drogas, el freno al tráfico de armas como medida para atender la seguridad fronteriza, que en el fondo debe servir como mecanismo para frenar el baño de sangre que vive México.

Mientras no exista voluntad política en ambos gobiernos, la frontera común continuará siendo un bien surtido tianguis donde se consigan armas sin mayor control. La organización Small Arms Survey estimaba en 2018 que había 16 millones de armas en manos de civiles en nuestro país, 85 por ciento de las cuales era de procedencia ilícita.

Ante este negro panorama de inseguridad, consideramos fundamental que los esfuerzos se enfoquen en impulsar acciones legislativas, tanto en México como en Estados Unidos, que frenen esos flujos de armas y el dinero de los grupos que las trafican.

Seamos claros, mientras permanezca latente la ausencia de acuerdos bilaterales y de una estrategia común que permita a ambos países encarar el problema, continuará abierta la puerta para que sigan llegando las armas de fuego al país, con las que habrán de morir miles de mexicanos más.

Mientras esto no cambie, México continuará aportando las víctimas y Estados Unidos pondrá las armas. Es tiempo de abonar la tierra con la paz en nuestro país.