Tanto la biblioteca tradicional como la digital siguen siendo una ventana hacia nuevos mundos, una fuente de saber y entretenimiento que amplía el conocimiento
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ueridas y queridos amigos, el pasado 23 de abril se conmemoró el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, lo que me permite unirme a ustedes para subrayar la importancia que esta fecha tiene para los amantes de la lectura y para aquellos que valoramos la historia, la educación y la cultura, por lo que hoy más que nunca es importante preservarla y fomentarla en un mundo que vive cada vez con mayores estímulos e inmediatez debido a las redes sociales.
Luego de las condiciones que enfrentamos para superar la crisis sanitaria a causa de la pandemia, sabíamos que éste sería un suceso que significaría un parteaguas para la humanidad, en este caso el uso de las plataformas, incluyendo las redes sociales, nos permitieron superar aquellos críticos momentos.
De manera que el uso de las plataformas llegó para quedarse, lo que nos conduce a reposicionar la figura de la biblioteca en su concepto tradicional, como el recinto que alberga y resguarda los libros, transitando ahora a los nuevos modelos de acceso a la información y el conocimiento de la mano de la tecnología.
Todos tenemos una idea de cómo es una biblioteca, pero es útil mencionar que existen diferentes tipos de bibliotecas que se definen por la especialización de sus servicios, por ejemplo, la Biblioteca Nacional, que alberga el patrimonio bibliográfico nacional. También tenemos las bibliotecas públicas, académicas, comunitarias, escolares, especiales, gubernamentales, privadas, particulares y ahora nuestras sorprendentes bibliotecas digitales.
Desde la década de los años ochenta hasta la fecha, el concepto de biblioteca digital plantea la gran disyuntiva sobre el desplazamiento del libro físico por soportes digitales, sin embargo, la experiencia del libro y la lectura es la vivencia del usuario que experimenta el proceso de cambio de la información al conocimiento, interactuando con el libro como objeto, lo que no cambia la realidad que imponen las nuevas necesidades de información de diversas personas, de cualquier edad y contexto, que acuden a una biblioteca.
Ante este escenario, ocurre otro ejercicio de los usuarios en la biblioteca digital en su espacio bidimensional, en el que podemos palpar la organización, navegación, presentación y contenidos de diversos materiales de información, libros digitalizados o en un formato electrónico que se disponen en la interfaz de los servicios.
Así, tanto la biblioteca tradicional como la digital siguen siendo una ventana hacia nuevos mundos, una fuente de saber y entretenimiento que amplía el conocimiento, pero sobre todo ayuda a generar criterio, a desarrollar empatía y tolerancia como prácticas que acerquen a las personas a la lectura y los libros a las personas, en un horizonte ilimitado de encuentro en el modelo tradicional que se actualiza y proyecta en modelos de accesibilidad y habitabilidad de los espacios e inclusión. Reconfigurando el recinto de la biblioteca tradicional en un nodo de información, conocimiento y proyección cultural, como en el concepto GLAM (Galleries, Libraries, Archives and Museums), por sus siglas en inglés.
Modelos funcionales que actualmente se encuentran en operación, como es el caso de la Biblioteca Vasconcelos; la Biblioteca Juan José Arreola, en Jalisco; la Biblioteca Central Estatal de Hidalgo; la Biblioteca Pública Central Estatal de Guanajuato y, más recientemente, el Centro GLAM del Congreso del estado de Guanajuato, proyectos de accesibilidad en los que ha participado Francisco Esquivel del Reyo, bibliotecólogo comprometido con el ejercicio de su profesión y la labor social como consultor en la planeación de estos nuevos modelos que reconceptualizan la idea de la biblioteca tradicional. Los invito a descubrir estos nuevos espacios, que también están disponibles a través de las ventanas digitales.