Dr. Eduardo Roldán
Ex Embajador de México en Argelia
Estamos reunidos en este recinto universitario metropolitano de la UAM cuyo lema es “Casa abierta al tiempo”. Es decir, abierta al cambio y a la libertad de expresión. Esta casona, hace 75 años, fue habitada por don Ezequiel Padilla, gran tribuno parlamentario, entusiasta y decidido defensor de la soberanía mexicana, en momentos de gran dificultad para México, cuando fue Secretario de Relaciones Exteriores durante la Segunda Guerra Mundial.
Agradezco al Lic. Dante Delgado, al Dr. Armando López, al Dr. Alejandro Chanona, a Viola Trigo y a todos los amigos su presencia, pero sobre todo su resolución para reconocer la base fundamental de la democracia: la voluntad ciudadana. Rousseau, Hobbes, Spinoza, Kant y otros intelectuales nos ayudaron a entender el valor de la democracia. Además de manera concomitante, a través de la historia, el concepto de ciudadano nos ha ayudado a comprender que cualquier persona es igual ante los demás.
A todos ustedes les doy las gracias por el honor inmerecido que me otorgan y en el que advierto, ante todo, la generosidad de su esperanza en lograr un México mejor para todos sus ciudadanos. Tal cuestión, amigos ciudadanos y ciudadanas, es el espíritu y el esfuerzo a emprender para lograr nuestra meta.
La honra que me otorgan al designarme acreedor a la presea Benito Juárez conlleva el signo de una gran responsabilidad; pues Juárez, el impasible, buscó la unidad de la nación en tiempos difíciles. En estos momentos de incredulidad del ciudadano común hay que darle valor a la palabra, y que la palabra corresponda a los hechos y que los hechos correspondan a la palabra. Hoy estamos viviendo horas de insólita gravedad. De ahí la necesidad de estar unidos como ciudadanos ante las dificultades y restañar conjuntamente todo el tejido social.
En toda democracia la gestión gubernamental, hoy llamada gobernanza, supone un diálogo franco y amplio. A ese diálogo nos convoca una vez más la voz ciudadana.
Conozco las tradiciones de esta ceremonia y el alto valor y responsabilidad de recibir la Presea Benito Juárez Ciudad de México al Mérito Ciudadano.
La presea ha sido concedida en otras ocasiones a tan insignes ciudadanos como: Sergio Pitol, escritor; Cuauhtémoc Cárdenas, político; Miguel A. Porrúa, editor; Jacobo Zabludovwsky, periodista; María Rojo, actriz; Fernando Landeros, filántropo y humanista; y a Ramón Valdiosera, pintor.
Hoy, 10 de febrero del año 2015, se confiere a: Viola Trigo, cantante; y a un servidor en calidad de académico y diplomático.
Nos hemos congregado hoy, no como académicos, diplomáticos, funcionarios, políticos, civiles, militares, estudiantes, artistas, historiadores, cantautores, sino ante todo –y sobre toda consideración– como ciudadanos mexicanos orgullosos de nuestra historia y de nuestro ser.
Por todo lo anterior, quisiera hacer algunas reflexiones: debemos pensar colectivamente en la unidad dentro de la diversidad.
Con un servicio civil de carrera de excelencia; con plena vigencia del Estado de derecho; con calidad de vida para todos los mexicanos; con liderazgos profesionalizados; con profundo conocimiento de lo que somos y nos valoramos; con un gran orgullo de ser mexicanos del siglo XXI; dentro de la revolución del conocimiento pleno; con pleno ejercicio de la libertad y el respeto a los derechos humanos y a la tolerancia; un México de consensos; con la ciudadanización de las instituciones; con plena responsabilidad social de los partidos políticos y de sus políticos y de los empresarios; donde los políticos tradicionales o arcaicos con un mínimo de sentido común –como dijera Antonio Gramsci– se conviertan en verdaderos estadistas; donde cada mexicano tenga un nivel mínimo de formación educativa de 16 años, con pleno dominio del español, inglés, chino, de la computación, y una amplia cultural general; me imagino a México en el 2030 con una distribución equitativa de la riqueza nacional; con trabajo de equipo social y político; con mucha autoestima y responsabilidad personal y social; con plena confianza, credibilidad, honestidad y transparencia.
Amigos ciudadanos y ciudadanas, en el mundo hay en total 202 millones de personas sin empleo. De éstas, el 37% son jóvenes. En México hay siete millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan, “ninis”. En el mundo hay 600 millones de jóvenes ninis. En el 2018, habrá 215 millones de personas desempleadas en el mundo. De éstos, el 39% serán jóvenes.
Deseo un México con grandes oportunidades de trabajo para los jóvenes mexicanos. Deseo la innovación, la confianza, la credibilidad, la transparencia, la efectividad y el pragmatismo. La meta es clara: ser innovadores, dar resultados, ser objetivos, pragmáticos, honestos, realistas y optimistas siempre.
Existen desafíos y nuevas realidades que afrontar. Durante los últimos 20 años, México ha seguido siendo un país en un eterno proceso, “en vías de desarrollo”. No sólo hay que resolver la cuestión relativa a la productividad y a la competitividad. Entre otras cosas, también se requiere certeza jurídica y gobernabilidad para seguir creciendo.
Las cifras o datos duros, como ahora se les denominan, son contundentes, México ha retrocedido como país exportador de la posición 12 a la 15. En materia de flujos de inversión extranjera el país ha caído del cuarto al décimo primer escalón. En 1994, se dijo que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sería el gran promotor de empleos. Sólo se han creado siete millones en 20 años. La tercera parte del crecimiento de la población en edad de trabajar llega a 17 millones, el faltante es de 13 millones. En 1980, México era la octava economía mundial. Hoy apenas alcanza el escalón número 15.
La pobreza persiste en México. En 2014, la pobreza de los mexicanos era similar a la de 1992. En competitividad México cayó el año pasado nueve posiciones del 32 al lugar número 41, de conformidad con el Anuario de Competitividad Mundial del 2014, publicado por el Instituto para el Desarrollo Gerencial con sede en Lausana, Suiza. El Foro Económico Mundial ubicó a México en el lugar 92 de un total de 148 países.
No, no nos engañemos, la educación integral, el comercio y la innovación tecnológica son los verdaderos motores y pilares del desarrollo histórico para cualquier país. Por ello, se requiere reformar realmente y fortalecer el sector educativo, facilitar el comercio exterior y la innovación tecnológica.
En cuanto a la población mexicana se refiere, ¿quién mejoró? Hay estudios profundos de investigadores de El Colegio de México, de la UNAM y de instituciones de los Estados Unidos, en los que se expone que los grandes ganadores fueron los estados del norte del país.
En el sureste de México fue todo lo contrario, el comercio no mejoró en absoluto. Hubo un desbalance en el desarrollo, no hubo proyectos de cohesión social o para canalizar la inversión a esos estados pauperizados. Concentrarse en la región norte del país fue un error lo cual tiene que corregirse y evitarse en el futuro. No, no, no queremos un norte rico y un sur pobre.
Tampoco se dio continuidad y estrategia en la promoción integral de las exportaciones. Se tenían altos y bajos, y no se dio la transformación. Es cierto, el comercio aumentó en 400% con los socios del TLCAN. Estamos muy nor-tea-dos. Seguimos des-orien-ta-dos. Hay que ver más al oriente y menos al norte. Llegó la hora de corregir.
Basta señalar que de 1994 a 2014, la proporción de comercio prácticamente sigue siendo igual. Estamos concentrados en un grupito de naciones y no nos diversificamos, tal como lo han hecho los socios comerciales. Canadá es prueba de ello. Este país era exportador de madera, cereales y pescado en 1993 y 1994, y hoy, lo es de alta tecnología.
De México ¿Podríamos decir lo mismo? Rotundamente no. Hay algo que falló y no queremos quedarnos en el pasado. Es vital corregir lo malhecho y tener una nueva visión hacia el futuro. Entre 1994 y 2014, el Producto Interno Bruto (PIB) mexicano cayó. Estábamos en la novena posición, hoy ocupamos la decimocuarta, el PIB per cápita pasó de la posición 47 a la 71. Los salarios entre 1994 y 2012 solamente subieron 2.3%; hoy el desempleo se ubica en 5% frente al promedio de 3.1 entre 1990 y 1994. Hoy somos 120 millones de mexicanos. La pobreza sigue estable en un 52.3% de la población, conforme a las cifras del Center for Economic and Social Research of New York, y el INEGI.
Ese es el enorme desafío que ahora enfrentamos. Cabe hacer una reevaluación para observar lo que se hizo bien y revertir las cuestiones negativas. Es indispensable salir de ese círculo vicioso y convertirlo en uno virtuoso, verbigracia, incidiendo en la competitividad, entre múltiples acciones. México debe tener una economía competitiva y evitar distorsiones estructurales de la planta productiva (ser sólo un país maquilador, es lo peor que puede pasar) y seguir con la desgravación unilateral. Lo más importante es aumentar el valor agregado de la producción como lo hizo Canadá, creo en el quid pro quo, algo por algo. Frente al exterior, es obligación no confundir la coordinación con la subordinación.
Por todo lo anterior, como diría Jaime Torres Bodet, dos veces secretario de Educación y una vez secretario de Relaciones Exteriores, “México requiere de una educación para la libertad, una libertad para la justicia y una justicia para la paz social…. si se mide el esfuerzo por las necesidades, el conjunto previsto podrá parecer exiguo: pero si se mide por el caudal de los recursos disponibles, se advertirán su alcance y su magnitud”.
Concuerdo con el gran educador y diplomático mexicano quien pensaba que “…el progreso de una minoría, por distinguida que a sí misma se estime, no es el progreso de la nación ni de los ciudadanos ni de los mexicanos en su conjunto y en su plenitud. Pues, ninguna riqueza sería durable si no descansara sólidamente en la equidad de la educación y en una mejor distribución equitativa de su riqueza económica y de su cultura nacional”.
No descuidemos nunca más la capacitación de la juventud en el trabajo y para el trabajo creativo; para hacer justicia social a esos jóvenes que están ávidos de una excelente formación, de trabajar y de dar lo mejor de sí, para sus familias y a la nación. No los sigamos desperdiciando. Si se desatien de esa tarea habrá mayor descompostura del tejido social. Estamos a tiempo de hacer la corrección indispensable.
Requerimos de una nación unida por la justicia, en la libertad y en la paz social. Es la meta más elevada de todos nuestros esfuerzos.
En uno de los cantos de la Ilíada, Homero resaltaba la virtud de los hombres. Considero que interpretándolo podríamos hacer una paráfrasis: “No desconfiemos jamás de la primavera. Regresa siempre. Acaso con lo que pudieran ser los mismos problemas, pero con nuevas hojas y nueva savia, nuevas mujeres y nuevos hombres”.
Debemos seguir aprendiendo de los verdaderos hombres sabios como Albert Einstein, cuando afirmaba: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
Finalmente, amigos ciudadanos, termino con este planteamiento/reflexión: Tenemos que innovar para afrontar los problemas existentes de manera distinta a las formas en que los hemos enfrentamos en el pasado. Miremos hacia el futuro con una nueva ética en el sector público y en el sector privado y con gran inteligencia.