Octavio Paz: Un escritor de claros y sombras

Arturo Sánchez Meyer

Arturo Sánchez Meyer

Entrevista con Bernardo Ruiz

¿Considera que Octavio Paz es un pilar de la literatura del tamaño de Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y otros contemporáneos suyos que compartieron letras y amistad con el poeta? Esto se lo pregunto porque, en algunos círculos, a veces, parece que Paz queda relegado a segundo plano. Tal vez porque es un escritor complicado o simplemente por malinchismo.

Bueno, antes que nada, hay que preguntarnos quién relega, ¿por qué englobar las cosas en primero, segundo y tercer lugar? El paquete de una cultura es un bloque que permite conocer cómo es un país y esto consiste en muchas capas sobre puestas, algunas en contacto y otras muy divergentes pero de cualquier manera están entreveradas. En esta medida preguntar si es mejor Octavio Paz que Jaime Sabines, por ejemplo, tiene que ver con muchas cosas: cuándo comenzó uno a leer, por ejemplo, qué lee, a qué otros autores ha leído. Lo importante aquí es que los conozcas, que puedas saborear la lectura. No se puede determinar que Octavio Paz es mejor que Alfonso Reyes o que cualquier otro gran escritor, simplemente son distintos.

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¿Qué es lo que diferencia a Octavio Paz del resto de los autores mexicanos y latinoamericanos?

La mayoría de los literatos lo prefieren como poeta, quienes son más apegados a las ciencias sociales aman a Paz como ensayista o también pueden pelear con él y basta conocer la trayectoria de Octavio Paz, para saber que a él le quedaba claro que también era un político.

En esa medida, se da todo un panorama del mundo que Paz ve conforme a su historia de vida. Cuando uno analiza la crítica y ve cómo lo cuestionan, se da uno cuenta que la mayoría de sus detractores se meten con cuestiones personales, no es fácil pelear con Paz en el terreno ideológico, donde posee una argumentación (ciertamente con abundancia verbal), pero sólida y concreta. Lamentablemente parece que aquí el asunto se trata de ver quién llega primero a patear la estatua.

Como poeta puedes encontrar en la obra de Paz poemas de todos los tonos, con toda la complejidad o con toda la sencillez (que es donde más se acusa su maestría) y de una inteligencia preclara, ahí se refleja toda la trayectoria de lo que es la poesía mexicana, él está discutiendo con los poetas que ha estudiado, lee y admira. Las trampas de la fe, es precisamente una disquisición al respecto, teórica y estética.

Cabe mencionar también, el respeto que le tienen a Octavio Paz a lo largo de distintas latitudes y épocas donde se va conociendo su trabajo. Donde van permeado sus letras hay una aceptación contundente.

¿Puede ser que la imagen de Octavio Paz resulte mermada por él mismo al haberse creado una figura de intelectual hermético, haciendo uso de un lenguaje rebuscado que muchas veces repele a los lectores no profesionales?

No lo sé, quizá Paz dejó que los medios hicieran con su figura lo que quisieran mientras a él no le molestara, ya cuando era demasiado les daba un “zape”, como diciéndoles: “mejor discute con los de primaria, yo no estoy en la primaria”. Es lógico ¿no? Él se había sentado a platicar con los nóbeles, conocía a los poetas más renombrados y los invitaba a México, los hacía leer para la gente. Esto era lo que ocurría en el encuentro de poetas que Paz propició en los ochentas, por ejemplo, eran momentos grandiosos, diez años antes no existía esa oportunidad, ni esa libertad de expresión.

¿Cuál le parece que sería la principal aportación de Octavio Paz a las letras mexicanas y universales? Si tuviera que poner el dedo en alguno de sus libros, ¿cuál sería?

El poemario Libertad bajo palabra es de una intensidad preclara y El laberinto de la soledad, da idea de su preocupación de lo mexicano con un aprendizaje del pasado intenso, además, en esta obra, también marca sus diferencias con Samuel Ramos y José Vasconcelos; se metió sin miedo con pilares de la cultura mexicana. Yo creo que ambos libros son muy buenas puertas para comenzar a evaluar el trabajo de Paz.

Hablando de El laberinto de la soledad, ¿le parece que es un libro adecuado para que lo lean los estudiantes en las secundarias o en las preparatorias?

Era funcional hace tiempo porque había “pachucos” que podías distinguir perfectamente en las películas de “Tin Tan”, pero ahora ya hay muchas cosas más, hay que contextualizar en las escuelas las lecturas, porque si no, tienes que dar una larga explicación para llegar a eso. Leer a Paz en los sesenta o en los setenta con esos textos, creo que era muy positivo, era una forma de decir: “decide si te gusta o no”, pero el que se mantengan ese tipo de programas de lectura sin pensar como es el “cliente”, pues hace que cierren los “changarros”.

¿Le parece que el hecho de que Paz haya renunciado a la embajada de La India después de la matanza en Tlateloco, durante la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, fue un gesto suficiente por parte del poeta? ¿Equiparable a las circunstancias que en esos momentos vivía nuestro país?

Lo que hizo Octavio Paz fue asumir una posición ética y con esa renuncia definió precisamente eso; en un mundo como el de ahora donde la mayoría de los políticos carecen de ética, él, en esa actitud política, retiró a sus soldaditos.

Convengamos también en recordar que, en estos mismos tiempos, Carlos Fuentes se refiere a la revolución de mayo en París y la editorial Era publica el volumen, que era verdaderamente hermoso y convincente. Yo tenía 14 ó 15 años y pensaba: “Tienen toda la razón, esto es un mundo de viejos (como lo es ahora también), se han apoderado de todo y nada más nos castigan, no tenemos libertades”.

Me parece muy importante recordar a todos estos críticos del momento histórico que tomaron una posición, hicieron lo que pensaron, llamaron a las cosas por su nombre, que es un privilegio que tienen los poetas, y finalmente al que le guste ahora, o no, pues es su problema, es como enojarse porque Ulises era un loco, no lo era, estaba jugando a la política de su tiempo.

Algunas voces críticas acusan a Octavio Paz de haberse comportado como el Zar de la cultura en México. Se le reprochan actitudes despóticas como decidir la repartición de los premios literarios o aparecer demasiado en la televisión, donde para muchos resulta sospechoso ver tanto tiempo a un intelectual como él.

Esa es una de las trampas de Televisa, usa a las figuras, como usó a Juan José Arreola, por ejemplo. El encanto del micrófono y de la pantalla, deslumbra al más humilde y al más educado, es una cuestión que tiene que ver con la naturaleza humana.

¿Por qué cree que le otorgaron el Premio Nobel a Octavio Paz? ¿Otros escritores mexicanos como Carlos Fuentes o Juan Rulfo no lo merecían también?

Es muy fácil, el Nobel es un Premio político, se cocina en los ministerios de relaciones exteriores. En la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), estaba la regla de que como ya había ganado el premio Octavio Paz se votaría siempre por Carlos Fuentes, negociando con todos los países para que se ganara el Nobel. ¿Por qué por Fuentes? Porque era el que se conocía en otros países y el embajador del pensamiento de México, no el único, pero sí era uno visible.

Además de su trabajo ensayístico, Octavio Paz es muy reconocido por su poesía que, como usted ya mencionó, posee una gran intensidad. Aunque ya dos autores latinoamericanos habían ganado el premio Nobel en el género de la poesía (Pablo Neruda y Gabriela Mistral), es muy raro que este premio no se le otorgue a un novelista, la poesía es uno de los géneros literarios que menos vende. ¿Cuál es su opinión sobre esto?

Si lo vemos así caemos de nuevo en el mismo juego, este no es un problema de lo que venda más o lo que venda menos, el asunto es lo que más deja en la gente, lo que más la cambia, eso es lo que importa.

No hay receta para ganarse un premio, los premios responden a juegos políticos no a juegos literarios. Cristopher Domínguez no va a hacer a ningún premio Nobel, por más notas que le haga; Evodio Escalante, por más que escribiera respecto de José Revueltas, no lo iba a alzar al Nobel; el premio es otra carrera, es una bolsa económica para reconocer a un autor de un país.

Usted, que se dedica en buena medida a difundir la cultura, ¿cómo cree que se puede acercar la obra de Octavio Paz a los lectores no profesionales?

Me parece que el problema radica en que, de pronto, el consumo fácil de artesanías se ha convertido en la línea a seguir. Hay cosas que están bien para leer en el metro y luego ya te olvidas de ellas; pero ¿qué libro te va a acompañar a lo largo de toda la vida? No solo está La Biblia o El Quijote, ¿qué poetas te pueden consolar en las noches difíciles?

A mí me gusta Shakira, por ejemplo, pero T.S. Eliot me sigue diciendo muchas más cosas. Lo que hay que hacer es leer más, y entre más leas, naturalmente, mejores y más complejas serán tus lecturas.