“En mis obras fusiono lo realista con un aire tenue de caricatura”
Con una mezcla de colores vibrantes, el pintor Ignacio Bustos aborda temáticas controversiales en torno a su percepción del suicidio, la sexualidad, la religión, la censura, las filias y la muerte.
Sin temor a la crítica plasma sus pensamientos, sentimientos y filias a través de su estilo pictórico autonombrado “Realismo Pop”, que desarrolla desde el 2012, cuando decide dedicarse de lleno a esta profesión.
“Las técnicas que más me gustan son el acrílico, porque además de secar rápidamente, puedo crear buenos efectos y utilizar colores intensos, y a su vez, el pastel me parece muy noble. En mis obras fusiono lo realista con un aire tenue de caricatura”, explica Ignacio Bustos.
Desde su infancia mostró dotes artísticas debido a que su madre, la paisajista Norma Bustos, le transmitió la pasión por esta profesión, sin embargo al terminar el bachillerato decidió explorar otros horizontes culturales y humanos por lo que decidió trasladarse a Dublín, Irlanda.
“Allá, además de vivir 12 años, realicé estudios técnicos en diseño de interiores y muebles en el Liberties College Dublin. Más adelante efectué la licenciatura en Arte Floral en el Dublin Institute of Technology, aunque también me enfoqué en las artes visuales, principalmente en la pintura. Ahí fue donde realmente descubrí que quería dedicarme a este quehacer artístico”, comentó.
Frente a esta determinación, en 2013 viajó a Argentina para obtener espacios en diversos foros, logrando presentar cinco muestras individuales en Buenos Aires. Más tarde en nuestro país exhibió Trastlántico. Entre sueños y perversiones en la sede de Movimiento Ciudadano Distrito Federal, así como en la galería-café Tin-tanísmo, ubicada en Azcapotzalco, y actualmente presenta un cuadro en el Museo de la Ciudad de México.
El trabajo pictórico de Bustos atrae la mirada de los espectadores por los templos o cruces que arden en llamas, por los cadáveres ensangrentados tendidos en la Plaza de la Constitución mientras ondea la bandera mexicana, también destaca el hombre sadomasoquista y el otro que cubre su rostro con una máscara de gas, y los autorretratos que trasmiten devastación.
En más de 60 obras ha plasmado las vivencias e inquietudes que forman parte de su vida. Se considera un artista realista, fantástico, transgresor y onírico, que admira principalmente al fotógrafo checoslovaco Jan Saudek, así como a los pintores: Rembrandt, Andy Warhol, Frida Kahlo y Diego Rivera.
El joven de 34 años comenta que a diferencia de otros colegas expone sus ideas sin miedo, y sin el afán de agradarles a los curadores o al público en general. Al respecto, agrega, “en las galerías me han preguntado si soy satánico, pero no, lo que pasa que me gusta abordar los temas que conozco, porque mis experiencias me inspiran, así como la naturaleza y los paisajes urbanos. Por ejemplo, retomo varios lugares que conocí en Europa. He optado por utilizar matices llamativos, lo cual es un reto combinarlos y que queden bien. No hago bocetos, me parece una pérdida de tiempo, más bien visualizo una idea y la pinto directamente sobre el lienzo”.
Sin embargo, Ignacio Bustos reconoce que ser un joven pintor en México es difícil porque se complica vender obras frente a la situación económica del país, también porque se carecen de espacios y patrocinios que impulsen el trabajo artístico.
“Lo cierto es que la gente busca más la cultura neoliberal, desea más un nombre o una firma que la obra en sí. Para ser reconocido se necesita mucho marketing, porque así vendes pinturas a altos costos y puedes vivir bien. En nuestro país, se promueven más telenovelas que cultura, la cual también cada vez es menos accesible para el público; por ejemplo, recientemente aumentaron un 221% la entradas a algunos museos, entonces si antes no iba la gente ahora menos”, opina.
Otro aspecto que resaltó es que existe el estigma de que un pintor siempre padece problemas económicos, por tanto, es sinónimo de “loco” o “muerto de hambre”; pero si tiene dinero, es oportunista. En lo personal considera que “el arte debe ser contracultura, la pintura es una pasión, siento que es la única forma en que puedo ser yo realmente, en que puedo trascender y cultivar mi espíritu. No pretendo dejar de abordar temáticas relacionadas con la censura, la Iglesia, la sexualidad y las drogas, porque son los temas que me gustan”, concluyó.