Reconoció que América Latina es la región del mundo donde existe mayor desigualdad en la distribución de la riqueza
El presidente más pobre del mundo, es el término con el que los medios califican a José Mujica, actual presidente de la República Oriental del Uruguay, un personaje que al final de una gestión de cuatro años se ha vuelto una celebridad internacional.
En la actualidad, se ha convertido en un símbolo de las aspiraciones del siglo XXI, pero sus andanzas iniciaron en el momento álgido de la cada vez menos recordada Guerra Fría.
Fue un líder guerrillero perteneciente al extremo de la izquierda, lo que le costó pasar 14 años de su vida en la cárcel. A diferencia de muchos integrantes de la izquierda latinoamericana, esa situación no provocó que endureciera su ideología, por el contrario, comprendió los cambios y adaptó sus posturas a las transformaciones sociales que distinguen al siglo XXI.
Su estilo informal, vivir en su granja a pesar de ser presidente, trasladarse en un Volkswagen Sedán, rodearse de pocos guardaespaldas y donar 80% de su sueldo para hogares pobres lo convirtieron en celebridad. La posibilidad de verlo en Cancún parecía muy remota, pero una serie de eventos permitió que el célebre Pepe, como le gusta que le digan, hiciera una escala en este polo turístico. La excusa, ser testigo de honor del hermanamiento entre Cancún y Punta del Este, en su camino a la XXIV Cumbre Latinoamericana.
La apariencia del presidente uruguayo (playera polo con saco de cuadros) contrastó con la barroca ceremonia realizada ex profeso, donde al concluir dio un breve discurso y demostró su amplia cultura, realizando un rápido recorrido por la historia de su país.
Asimismo, recordó con gratitud las épocas en que México fue refugio para miles de extranjeros, particularmente latinoamericanos; aunque enfatizó, “siempre y cuando no se involucrarán en la política interior”, quizá recordando el revuelo que ocasionó meses atrás por señalar que México era un Estado fallido.
La parte más extensa de su discurso fue sobre economía y sus consecuencias sociales. A pesar de haberse formado en el marxismo tradicional, el presidente uruguayo comprende claramente las necesidades del crecimiento económico, del desarrollo de la producción y el comercio.
También reconoció que América Latina es la región del mundo donde existe mayor desigualdad en la distribución de la riqueza.
Para finalizar, el presidente más pobre del mundo, un personaje que se está volviendo un símbolo para las aspiraciones sociales de mejores gobernantes, dijo: “Tenemos una deuda grande con los pobres, los mestizos, los indígenas, con los que habitan en viviendas deplorables. Estamos en un mundo con mucha riqueza pero olvidamos que antes que nada somos seres humanos y que hay una cosa que se llama solidaridad.
El que tiene la riqueza debe practicar la solidaridad a gran escala para tratar de ayudar”.