Francisco Alcibíades García Lizardi
Diputado estatal de Movimiento Ciudadano en el Congreso de Baja California
La restauración, el fortalecimiento y la promoción del código de ética y de los valores y principios morales, representan el papel fundamental que desempeñan las distintas Iglesias en Baja California; tarea que debe ser retomada para rescatar al núcleo social que es la familia.
Hoy con pena y tristeza vemos una alta tasa de desintegración familiar, un elevado porcentaje de madres solteras, incontables casos de menores que crecen al margen del seno familiar, con lo que se deteriora la armonía y la convivencia social.
En este panorama, la tarea de las Iglesias debe fincarse en acciones objetivas, con respeto a las interpretaciones confesionales que cada institución religiosa posea, para que prevalezcan la conservación y el fortalecimiento de la moral y, sobre todo, el núcleo familiar.
La pluralidad que prevalece en el ámbito de las instituciones religiosas, no debe cancelar el sentido de universalidad que desempeña cada una de ellas.
Hasta donde sabemos, en su obra social ninguna Iglesia hace distinción alguna por cuestiones sociales o económicas de sus fieles. No obstante, con preocupación vemos que las Iglesias han dejado de ser significativas en las prioridades de la sociedad en general y de la familia en particular. Es apremiante que se intensifique la función social de las Iglesias, que éstas insistan en imbuir entre su grey los valores familiares.
En este contexto, el papel que juegan las instituciones de los tres órdenes de gobierno y los poderes públicos federales y estatales, sin violentar el sentido laico que establece nuestra Constitución federal, deben estar también encaminados a apoyar todo tipo de acción que coadyuve para recomponer el tejido social. Es importante destacar que las condiciones de inseguridad, precisamente se acrecientan en sentido proporcional al incremento de los casos de desintegración familiar.
Esto nos habla de que un factor determinante para abatir la incidencia delictiva es el trabajo comunitario, la obra social, apoyar toda acción encaminada a recomponer el tejido social y restaurar el código de ética, así como los valores y principios morales en que se sustenta la institución de la familia, como núcleo de la sociedad. Tareas que forman parte sustantiva de la labor pastoral de las Iglesias, por lo que debe ser obligación de las instituciones públicas establecer canales adecuados de colaboración.
Desde los congresos locales y desde los cabildos municipales deben buscarse alternativas legislativas, reglamentarias y de políticas públicas necesarias para apoyar todos los esfuerzos tendientes a fortalecer a la familia como institución fundamental de la sociedad. En este propósito, las asociaciones religiosas juegan un papel determinante, por ser un vínculo directo con distintos sectores sociales.
Los desafíos que enfrentamos en el terreno de la seguridad pública, son grandes y requieren de acciones corresponsables para poder enfrentarlos. De esta manera, para estar en condiciones de responder adecuadamente, se precisa de instituciones públicas que sepan conjugar acertadamente valores democráticos, sensibilidad política, objetivos claros, así como una capacidad de operación y de respuesta inmediata, todo ello con un sólido sentido incluyente.
La problemática que conlleva la inseguridad pública no se resolverá inmediatamente, ni tampoco con acciones ocasionales ni aisladas; se debe actuar desde diversos frentes, con perseverancia y distintas perspectivas. En este sentido, es menester que desde la esfera pública se continúe fortaleciendo la colaboración con las asociaciones religiosas, que contribuyen de manera determinante para fortalecer la prevención de la violencia y la delincuencia en el ámbito social.