Entrevista con la Arquitecta Gabriela Carrillo
¿Por qué eres arquitecta?
Mi papá era Ingeniero Geólogo y tenía una oficina que hacía estudios de la tierra para Pemex; había dibujantes, proyectistas, yo siempre me sentí muy atraída hacia eso, no sabía que iba a ser arquitecta pero estaba dibujando todo el tiempo. En la preparatoria fue cuando ya supe que quería estudiar arquitectura, aunque no tenía la claridad absoluta de lo que implicaba ser arquitecta pero me sentía muy atraída por el fenómeno de la ciudad, de los edificios y del espacio en sí mismo.
¿Qué implica ser arquitecta?
Los arquitectos trabajamos con dos componentes: el espacio y aquel que le da sentido al espacio, que es el habitante, eso es lo que hoy tengo más claro. Cuando entré a la facultad decía: “que padre hacer un edificio”, no entendía al cien por ciento la complejidad del habitar como tal y creo que es en este punto donde ha cambiado mi concepción sobre la arquitectura.
La arquitectura es muy compleja porque en ella conviven el arte, la ciencia y la funcionalidad. ¿Cómo se hace para que estos tres elementos mantengan la armonía?
Yo estoy convencida de que para que un espacio sea arquitectura tiene que poder habitarse, si no es una escultura, se observa exclusivamente; pero también, en el tema de la funcionalidad, pongo en duda muchas cosas que vienen de la cotidianeidad. Si tú le preguntas a un niño que está acostumbrado a ir toda su vida a la misma escuela –este tipo de escuelas que están replicadas en todo el país y son idénticas– ese niño va a decir que su escuela así es y no la va a poner en duda, funciona para él porque toma clases ahí. La pregunta entonces sería: ¿esto que uno llama “funcional” lo es porque no conoces otra cosa? Porque no has tenido la oportunidad de cuestionarte si el espacio en el que estás es idóneo para lo que vas a hacer o si debería de ser distinto.