Las mujeres del desierto siempre hemos salido adelante, vivimos en una zona donde todo nos cuesta, estamos acostumbradas a trabajar por lo que queremos, no esperamos a que nadie nos venga a dar las cosas en la mano. Aquí no sobrevive ni un árbol si no lo riegas, se seca muy pronto, no hay humedad en el ambiente, el clima es seco y extremoso. El agua es cara y la cuidamos, como todo lo que tanto trabajo nos cuesta.
El esfuerzo diario nos ha hecho apreciar lo que conseguimos, nos ha vuelto productivas, proactivas, cuidadosas. La violencia de los últimos años nos atemorizó, y como ocurre con todos los miedos, nos paralizamos un tiempo, luego nos volvimos precavidas, protectoras, solidarias. La crisis económica, la falta de empleos, nos despertó la creatividad, nos hicimos cautamente más emprendedoras y sacamos adelante a nuestras familias, algunas solas, otras con una pareja al lado.
Hemos pasado por muchas crisis no solo económicas, además de la violencia contra nosotras, la falta de empleos dignos y bien remunerados, las pobres oportunidades para las mujeres mayores de 35 años, un transporte público malo, inseguro y caro, servicios de salud insuficientes.
Algo tienen estas tierras que hacen venir a la gente. La gran mayoría de los habitantes de esta frontera no nacieron aquí, pero llegaron y se quedaron, formaron familias y nuevas comunidades. Aquí nadie hace menos a nadie, esta ciudad es de gente trabajadora y quien no venga con esa mentalidad, muy pronto regresará por donde vino, porque aquí todo nos cuesta.
Por eso estoy segura de que saldremos adelante una vez más. Confío plenamente en las mujeres del desierto, porque tienen un espíritu transformador basado en valores y tradiciones que las hace incansables, fuertes, valientes, y no hay quien las detenga cuando el propósito de prosperar es el amor propio y el amor a su familia. Nuestro querido México está lleno de mujeres como las del desierto, que hoy más que nunca hace falta que alcen la voz. No perdamos tiempo, necesitamos trabajar unidas, solidarias, emprendedoras, soñadoras, responsables de la historia que a esta generación le toca escribir.