Es necesario contrarrestar esta situación, pero son mínimas las medidas que existen a nivel nacional para enfrentar el fenómeno
El suicidio continuará en ascenso en México, “mientras no existan las medidas apropiadas a nivel nacional para enfrentar este problema”, aseguró Guilherme Borges, especialista del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”.
Para contrarrestar esta situación, explicó, es necesario priorizar el suicidio como un problema relevante de salud pública, implementar programas adecuados para identificar a las personas con tendencia suicida, así como proporcionar seguimiento a quienes han intentado quitarse la vida y erradicar el estigma en torno a este tema. En los últimos 12 años la tasa de suicidios en México se duplicó: de 1990 a 2012, pasó de 2.2 a 4.7 por cada 100 mil habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), pues hubo cinco mil 549 fallecimientos por esta causa en 2012.
Por su parte, a inicios de año la Secretaría de Salud informó a la Cámara de Diputados que en las últimas tres décadas el suicidio en México creció cerca de 300 por ciento, para alcanzar un promedio de cuatro casos por cada 100 mil habitantes, situándose como una de las primeras causas de muerte en el país, en especial entre los jóvenes. En 1970 se registraron 554 defunciones por suicidio, lo que equivale a una tasa de 1.13 por cada 100 mil habitantes, mientras que en 2007 la tasa fue de 4.12 por cada 100 mil, con cuatro mil 388 casos; es decir, en ese período el suicidio creció 275%, según los estudios realizados por un grupo de especialistas del Instituto Nacional de Psiquiatría “Juan Ramón de la Fuente Muñiz”, encabezado por el Dr. Guilherme Borges.
De acuerdo con el psiquiatra, México se caracteriza por poseer una tasa baja a nivel internacional, que lo coloca como la tercera nación con el valor más bajo en este problema, en comparación con Corea del Sur donde asciende a 33.3 suicidios por cada 100 mil personas, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Sin embargo, es necesario analizar por qué las estadísticas indican que va en ascenso, cuando en otras naciones se reduce; “nos preocupa que esté aumentado y vayamos en contra de la tendencia mundial”, señaló.
Cabe destacar que en nuestro país este fenómeno está afectando principalmente a la juventud. En 2012 se registraron 826 casos de jóvenes entre 15 y 19 años, lo que representa una tasa de 7.4 muertes por cada 100 mil adolescentes, situándose como la tercera causa de muerte violenta para este segmento de la población, después de los homicidios y los accidentes de tránsito.
A nivel mundial, el suicidio es la segunda causa de muerte de jóvenes, con 15 suicidios por cada 100 mil personas de 15 a 19 años, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que advierte que este fenómeno provoca casi la mitad de las muertes violentas en la juventud, lo que se traduce en cerca de un millón de víctimas al año.
Como miembro de dicha organización, México adoptó el Plan de Salud Mental 2013-2020, que establece como meta reducir la tasa de suicidios en diez por ciento para el 2020. En los últimos dos años se registraron cinco mil 549 suicidios en nuestro país, de los cuales el 80.6 por ciento fueron consumados por hombres y 19.4 por mujeres, lo que significa que ocurren cuatro fallecimientos de varones por cada fémina.
Guilherme Borges dijo que los hombres utilizan formas más violentas para concluir su vida, lo que impide la reincidencia en comparación con las mujeres, aunque en ambos casos la primera causa es el ahorcamiento. El segundo medio más utilizado por los hombres es el arma de fuego. En contraparte, ellas recurren a medicamentos, vapores o sustancias, lo que implica mayor probabilidad de ser rescatadas. “Esa es la diferencia entre el número de intentos y suicidios consumados”, explicó.
Otro aspecto que influye es el cultural. Hombres y mujeres enfrentan situaciones similares pero de forma diferente. Los hombres suelen recurrir menos a los servicios de salud mental en comparación con las mujeres, quienes afrontan sus problemas de manera más abierta. Además, los varones tienden a reaccionar de forma impulsiva, lo cual se relaciona con el método fulminante para suicidarse. Por otra parte, del total de suicidios que se cometen en nuestro país, 10.6 por ciento corresponde a personas de 60 años en adelante. “Quizá se deba a que también utilizan métodos más violentos, o bien, por la situación social, ya que al vivir solos es menos probable que los socorra un familiar si ingieren muchos medicamentos”, consideró.
El también académico de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), explicó que el suicidio normalmente es el resultado final de experiencias de vida traumáticas, que frecuentemente se relacionan con violencia intrafamiliar, abusos sexuales, trastornos mentales y bulliyng, “acciones que en conjunto suelen repercutir en la conducta suicida de las personas”. Por tanto, no es común que una persona que no da señales se suicide de pronto, como por ejemplo, al terminar una relación de noviazgo.
Sin embargo, indicó que “estos hechos deberían analizarse en México, pero no existen datos, es reducido el número de especialistas y el tema no ha llamado la atención, hasta fechas recientes. Además, existen escasas investigaciones sobre los suicidios consumados, y no suelen realizarse porque su elaboración es complicada, costosa y tardía”.
Para revertir la situación, destacó Guilherme Borges, se debe actuar. “Probablemente una estrategia adecuada sería crear un programa nacional, pero implica analizar quién lo llevaría a cabo, con qué recursos, dónde se impartiría y con qué tipo de actividades, todo eso se tendría que debatir. De lo contrario, revertir la tendencia será difícil.”
En el ámbito social, el psiquiatra resaltó que, contrario a lo que se cree, el suicida tiende a comunicar en gran medida a familiares y amigos su situación emocional, el problema es que se subestima y no se atienden sus comentarios que involucran deseos de morir, desesperanza, o súbitos cambios de conducta. “No debemos creer que superará solo sus problemas, cuando en realidad está pidiendo ayuda, y mucho menos si hubo intentos previos de quitarse la vida; estas personas tienen que canalizarse con especialistas”.
Otro inconveniente, es que el suicidio conlleva un gran estigma, la gente no quiere hablar sobre el tema, descarta recibir atención especializada porque implica ser prejuzgada, aunado a que atraviesan por un momento difícil.
Guilherme Borges concluyó que es necesario contrarrestar esta situación, pero son mínimas las medidas que existen a nivel nacional para enfrentar el fenómeno. “Mientras no existan acciones concretas, es difícil creer que por sí solo va a desaparecer el problema. Cada muerte por suicidio tiene diversas causas evitables, a diferencia de otros padecimientos. Por ejemplo, si una persona reintentó suicidarse, conlleva un factor de riesgo que podría evitarse al darle seguimiento a su caso. Por tanto, existen varias acciones que de implementarse podrían prevenir el suicidio”