El primer lazarillo electrónico, denominado AMEPI (Asistente Móvil Electrónico para Personas Invidentes), fue creado por tres jóvenes ingenieros mexicanos, egresados de la Escuela Superior de Cómputo (ESCOM) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Manuel Caballero Martínez, Francisco Javier García Macías y Jessica Sarahí Espinosa López desarrollaron este robot prototipo que permite guiar la marcha de las personas invidentes como lo haría un perro guía. El asistente móvil es una pequeña máquina con una estructura de plástico equipada con sensores ultrasónicos, dos cámaras, un bastón que se ajusta a la altura del usuario y tracción de oruga similar a la que utilizan los tanques de guerra para desplazarse en terrenos irregulares.
En entrevista para El Ciudadano, Manuel Caballero explicó que el AMEPI funciona a través de tres algoritmos: el primero se encarga de evadir obstáculos; el segundo está diseñado para simular el comportamiento del perro lazarillo; y el tercero se encarga de reconocer letreros.
Para realizar dichas funciones, los jóvenes ingenieros adaptaron en el interior del dispositivo una computadora que realiza todo el procesamiento, la cual está conectada a un microcontrolador que envía señales a los motores para que detecten obstáculos, modifiquen rutas, regulen la velocidad o efectúen giros.
A la par, analizaron el comportamiento de los perros guía para reproducir sus movimientos y acciones, “posteriormente nos encargamos de sistematizarlo a través de este dispositivo. Por tanto, si el robot detecta un obstáculo, reduce la velocidad y modifica la dirección, tal como lo haría un perro lazarillo”, añadió.
El joven ingeniero mencionó que dichas acciones son posibles gracias a los códigos QR. “Por ejemplo, se programa la ruta de su casa a la escuela, ahí se incluyen los obstáculos que hay en el camino, y al llegar a la escuela indica dónde están las escaleras, los sanitarios o los salones; diversas rutas se pueden programar o reprogramar”.
Asimismo, el prototipo tiene un sistema de visión artificial que está conectado a una diadema inalámbrica para alertar al usuario de señalamientos en su camino, ya sean rutas de evacuación, sanitarios, elevadores, u objetos ubicados en lugares públicos. Además, mediante el micrófono de la diadema, el invidente puede darle indicaciones al robot. Por tanto, dijo, “se establece una comunicación bidireccional a través de la diadema; el usuario puede dar órdenes programadas con los comandos: derecha-izquierda, alto-continúa”.
AMEPI está provisto de dos cámaras, la primera visualiza el entorno y la segunda detecta los símbolos QR para desplazarse a los lugares programados. El diseño del robot es ligero, pesa aproximadamente tres kilos, porque su estructura es de plástico, lo que garantiza su fácil transportación.
El joven politécnico explicó que el bastón que va conectado al cuerpo del robot se ajusta a la estatura del invidente, y el dispositivo funciona con 12 baterías AA recargables, que duran aproximadamente cuatro horas.
Los ahora ingenieros en sistemas computacionales de la ESCOM presentaron este proyecto para su titulación. Sus argumentos son que en México existen alrededor de 467 mil personas invidentes que requieren de un perro lazarillo; sin embargo, la asignación de estos caninos es restringida porque los discapacitados visuales requieren de una rehabilitación tanto física como emocional para aprender a usar el bastón blanco y lograr derribar las barreras psicológicas. Además, el costo aproximado para mantener un perro guía durante diez años (tiempo estimado para que el can trabaje como lazarillo) asciende a los 300 mil pesos (20 mil dólares), por los gastos de alimentación, veterinarios y de entrenamiento, según los datos de la investigación realizada por los propios ingenieros.
Por tanto, AMEPI es una opción más económica para quienes requieren de un lazarillo, ya que los jóvenes en su creación invirtieron alrededor de 12 mil pesos (mil dólares), y estiman que su tiempo de vida ascienda a más de diez años.
Al desarrollar esta asistencia robótica para invidentes, resulta más factible que las personas con discapacidad visual cuenten con un lazarillo electrónico. Incluso, Manuel Caballero comentó que aún permanece en fase de prototipo, pero podría ser más costeable si logran captar inversión para perfeccionarlo, patentarlo y comercializarlo, al ser el único sistema de este tipo en el mercado.
Caballero Martínez concluyó, “esperamos encontrar un inversionista que nos ayude a desarrollar el lazarillo electrónico, para que en un futuro cercano las personas invidentes se puedan beneficiar con esta tecnología.”