Con la sociedad, la única alianza posible

Con la sociedad, la única alianza posible
REDACCIÓN EL CIUDADANO

La sorpresa histórica en las elecciones del 7 de junio último la dieron los ciudadanos. Su sorpresiva presencia en el escenario político, permite vislumbrar que en diversas regiones del país empezó ya la construcción de un proyecto integral, fruto del interés colectivo, de abajo hacia arriba, para darle un nuevo rumbo a la nación.

Con triunfos y avances tangibles esta sorpresa, que alienta el advenimiento del cambio que reclama México, ya provocó en por lo menos tres entidades federativas, Chihuahua, Veracruz y Tamaulipas (casualmente de las 13 que tendrán elecciones en 2016), expresiones autoritarias y golpes ciegos de poder para tratar de frenar el avance ciudadano: las partidocracias estatales se apresuraron a modificar leyes electorales para poner trabas a quienes busquen competir como candidatos independientes o ciudadanos en las elecciones locales de 2016.

Los excesos fueron tan burdos que bien pueden explicarse por el pánico electoral o por el desconocimiento de la diferencia que hay entre candidaturas independientes y candidaturas ciudadanas. El caso es que en los tres estados, los legisladores al servicio del poder impusieron a los aspirantes a ser candidatos sin partido el requisito de conseguir más firmas de apoyo (3%) que las que pide la legislación federal (2%). Y no sólo eso: en algunos casos los candidatos libres tendrán que reunir más firmas que las que se piden para el registro de un partido político.

Vale la pena precisar la diferencia entre candidaturas independientes y candidaturas ciudadanas. Los candidatos independientes buscan ser postulados a un cargo de elección sin ser propuesto por un partido político; un candidato ciudadano es quien se postula a un cargo de representación por conducto de una fuerza política que lo impulse, ya sea que milite, esté afiliado o emane de sus filas.

La Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, establece que un aspirante a candidato independiente a la Presidencia de la República requiere recabar al menos 1% del electorado nacional  (800 mil firmas) que apoyen su candidatura dentro de un plazo de cuatro meses.

Los candidatos de Movimiento Ciudadano son ciudadanos que se postulan a un cargo, sin necesidad de afiliación, es decir esta organización política se convierte en el vehículo para empoderar a la ciudadanía.

Al parecer informados a medias, los diputados de Chihuahua acordaron que todo aspirante a candidato independiente no debe haber sido dirigente o militante partidista en los últimos tres años, ni haber sido postulado en el proceso electoral anterior.

Sergio Aguayo, académico de El Colegio de México, calificó el proceder de los legisladores locales como “…patético, grosero, ridículo, cínico, ofensivo… lo están haciendo para preservar el botín, el tesoro”.

La intención burda que se advierte es mantener a los ciudadanos rehenes de las ambiciones facciosas de gobiernos, partidos y poderes fácticos. Es simulación democrática ante una ciudadanía que lleva años exigiendo más y mejor participación en las decisiones que le incumben. Es mantener el libre acceso a los recursos públicos y cero rendición de cuentas, para planear elecciones de Estado. Es miedo al despertar ciudadano.

El atropello descrito es consecuencia de lo ocurrido el 7 de junio. Pero su causa-efecto está vigente, forma parte de un escenario antidemocrático impuesto por fuerzas que, con poder económico y político, inclusive mediante la violencia, se resisten a ceder en lo que es un contrasentido insólito en una democracia: minorías empecinadas en impedir que se abran espacios a las mayorías ciudadanas.

Resultados alentadores

Ya hemos reseñado el asedio al proceso electoral previo y durante los recientes comicios. Pero lo ocurrido el 7 de junio y en los días que siguieron merece reflexiones más amplias. Fueron reavivados rescoldos del viejo sistema político: compraventa de votos, tramposas elecciones de estado; violencia en todas sus expresiones: asesinatos, secuestros y amenazas para desalentar la participación.

Por eso es necesario, primero, identificar resultados alentadores y significativos que mantienen viva la esperanza de millones de mexicanos, cuyos anhelos y sueños son prioridades de Movimiento Ciudadano. Están en el centro de sus objetivos.

Los resultados electorales confirman que Movimiento Ciudadano fue la fuerza política que registró mayor crecimiento, con un avance consistente: en 2009 alcanzó una votación del 2.38%, en las elecciones federales de 2012 logró el 4.0%. En el proceso electoral de 2015, los órganos de dirección determinaron que se participara por primera vez sin coaliciones partidistas, de modo que las alianzas fueran únicamente con la ciudadanía. Los resultados fueron contundentes: Movimiento Ciudadano triplicó la votación obtenida en las elecciones intermedias anteriores al llegar a poco más de 6%.

Otro hecho es que Movimiento Ciudadano se consolidó como una opción política sólida frente al bipartidismo en varias regiones del país, señaladamente el occidente y el norte, donde el PRI y el PAN históricamente han gobernado sin oposición. La fórmula para lograr más de 6% de la votación fue dejar las alianzas partidistas y empoderar a los ciudadanos.

En tres estados Movimiento Ciudadano duplicó su votación para diputados federales en relación con el proceso de 2012: en Baja California creció del 3.43% al 7.03%; en Guanajuato del 1.48% al 2.79%; y en Sonora del 1.57% al 3.68%.

Sobresalen los casos de Tamaulipas y Durango, estados dominados por el priísmo, en los que Movimiento Ciudadano triplicó la votación. En Tamaulipas el crecimiento fue del 1.83% al 6.88%, destaca particularmente el distrito 5, con cabecera en Ciudad Victoria, donde el candidato Gustavo Cárdenas quedó en segundo lugar; en todo el estado Movimiento Ciudadano se reafirmó como la tercera fuerza política. En Durango el avance fue de 1.62% al 5.71%.

Las preferencias para diputados locales a las legislaturas estatales mostraron una evolución similar al de diputados federales en los estados. En las 16 entidades que tuvieron elección concurrente, Movimiento Ciudadano obtuvo 30 diputados locales.  En seis estados se obtuvo más del 3% de la votación: Guanajuato 3.03%, Tabasco 3.29%, San Luis Potosí 3.85%, Michoacán 3.90%, Sonora 4% y Estado de México 4.29%.

En otras entidades federativas el logro fue mayor, como Colima, con el 5.84%; Morelos, con 7.70% y Guerrero con 8.89%. Caso sobresaliente fue el de Jalisco, donde se obtuvo el 35.66% de la votación total estatal  con lo que Movimiento Ciudadano será la primera fuerza en el Congreso de aquella entidad federativa.

En suma, Movimiento Ciudadano se reafirmó como un genuino movimiento nacional de ciudadanos que se fortalece día a día con la fuerza de legítimos y reconocidos liderazgos regionales y locales. Ello, con el reconocimiento autocrítico de que no se alcanzaron todos los objetivos previstos, lo que ya es motivo de reflexión y profundo análisis a cargo de los cuadros de dirección estratégica de la organización.

Mención especial merece Jalisco, donde se registró un vuelco histórico. En dos municipios, Tlajomulco y Puerto Vallarta, la ciudadanía refrendó el triunfo obtenido hace tres años. Además, Movimiento Ciudadano tendrá gobiernos responsables en al menos 24 municipios jaliscienses, entre los que sobresalen dos de la zona metropolitana de Guadalajara: Zapopan y Tlaquepaque. Alrededor del 70% de los jaliscienses tendrán gobiernos impulsados por Movimiento Ciudadano.

Es de reconocerse, sin cortapisas, el liderazgo político y social de Enrique Alfaro Ramírez, alcalde electo de Guadalajara y pieza clave en los triunfos electorales obtenidos por los candidatos de Movimiento Ciudadano en los principales municipios conurbados de la segunda zona metropolitana más importante de la República.

En lo referente a las elecciones municipales en 16 estados, Movimiento Ciudadano tendrá representación con al menos 47 alcaldes y casi 200 regidores. Un hecho es irreductible: en diversas regiones del país se quebró el espinazo otrora indemne del bipartidismo.

Es de mencionar el hecho de que Movimiento Ciudadano, en congruencia con sus convicciones, postuló y apoyó a 22 candidaturas independientes para otras tantas diputaciones federales. Se ganó una, cuatro quedaron en segundo lugar y tres más en tercero. En conjunto, recibieron 43 mil 700 votos.

Con los mismos principios, también fueron postulados 102 candidatos independientes locales: 71 a alcaldes o jefes delegacionales en el Distrito Federal, 29 a diputados locales y dos candidatos a gobernador.

Este esfuerzo no será inútil. En la participación de estos candidatos independientes está el germen para alcanzar un objetivo superior: una alianza con la sociedad; la construcción de un proyecto colectivo, incluyente e integral, que coloque a millones de mexicanas y mexicanos, hombres y mujeres de bien de diferentes regiones del país, por encima de los partidos.

El país no puede seguir a la deriva como va, no podemos tener un estado envuelto en la violencia y la inseguridad, debemos de desterrar a la narcopolítica que viven diferentes zonas del país porque la autoridad ha claudicado en el ejercicio de la responsabilidad constitucional de garantizar a la población el derecho a la vida, a la libertad, al patrimonio de ellos, de sus familias y comunidades. Hemos tenido poderes regionales y nacional omisos.

Vicios del pasado y violaciones a la ley

Pero nada fue fácil para los candidatos ni para la estructura de Movimiento Ciudadano, porque tampoco nada fácil resultó enfrentarse a los vicios que, en manos de grupúsculos ambiciosos de poder, todavía mantienen su estrategia de emboscar a la democracia mexicana en cuantos comicios intervienen. Para esos grupúsculos retener el poder público a cualquier costa significa disponer de más recursos financieros sin rendición de cuentas así como usar y abusar impunemente de los programas sociales (que equivale a agraviar a millones de mexicanos golpeados por la pobreza), para obtener ventajas en los procesos electorales.

Algunos medios de comunicación consignaron puntualmente cómo el PRI perfeccionó prácticas clientelares y compra de votos mediante una gran red de operadores electorales, cuyo enorme dispendio de dinero no pudo ser alcanzado por la supervisión del Instituto Nacional Electoral.

EL PVEM, aliado tradicional del PRI, sólo obtuvo el 6.9% de los votos, no obstante las numerosas violaciones a la ley, que ya le valieron también numerosas sanciones. Imposible soslayar el abundante apoyo de la televisión y “los misteriosos” (así los calificó el diario Reforma) 600 mil votos obtenidos en Chiapas, cuyo gobierno parece haber configurado exitosamente una elección de Estado.

Además de Chiapas, se registraron votaciones abultadas en Campeche, Tabasco y Veracruz. Viejas prácticas políticas, viejos vicios.

Aliado con el PVEM y el PANAL, el PRI tendrá mayoría en la Cámara de Diputados federal. Esta coalición obtuvo en conjunto el 40% del voto el 7 de junio, pero tendrá 52% de los escaños, sobrerrepresentación que además de discursos triunfalistas le dará poder y recursos. El PRD tuvo derrotas espectaculares en la Ciudad de México en tanto que el PAN perdió el gobierno de Sonora y fue vencido en otras plazas.

Estos resultados se dieron, una vez más, en un escenario de profunda inequidad. La Reforma Político Electoral que entró en vigor en febrero último fue utilizada para que el bipartidismo tradicional conserve sus privilegios.

Las desiguales condiciones de competencia volvieron a manifestarse en el acceso a las prerrogativas del financiamiento público y a los tiempos en radio y TV; en buena medida, se adjudican el financiamiento y el tiempo de radio y TV de las minorías. Tema complejo e importante que merecerá próximo análisis en este espacio.

Aún queda trecho por recorrer. En el camino hay que convencer para vencer. Los liderazgos ciudadanos y el trabajo realizado por cada uno de ellos en beneficio de sus respectivas comunidades, será fundamental para lograr la construcción de un proyecto nacional que defina el nuevo rumbo de México y el empoderamiento de la ciudadanía. De lo que se trata es de confirmar, en los hechos, que hoy cuentan más las personas que los partidos.

Hacia el 2018

En su concepción teórica y operativa, las alianzas electorales de fuerzas progresistas en 2006 y 2012 fueron alentadas por Movimiento Ciudadano. El objetivo primordial era ganar la Presidencia de la República, pero se desdibujó (en el trabajo y en los resultados) cuando se puso de manifiesto el interés por el obsequio de candidaturas. Se tomó entonces la decisión de hacer que cada fuerza política valiera por su presencia real y no por la suma de esfuerzos.

Hoy, empecinarse en hablar de “la unidad de las izquierdas” en el escenario político mexicano es una entelequia, una ficción. La unidad de las izquierdas no existe. Lo que hay es una movilización ciudadana impulsada por el hartazgo, cuya batalla contra la corrupción, la ineficiencia del poder público, la pobreza, el desempleo y la inseguridad, configuró un frente progresista por cuya creación siempre abonó Movimiento Ciudadano.

Ese frente progresista, conformado por liderazgos sociales, por ciudadanos libres, empezó a manifestarse con fuerza en las elecciones del pasado 7 de junio. De ese gran frente surgirá el proyecto integral, incluyente y colectivo para el cambio. Ese proyecto no puede ser, no debe ser, individual. Una vez definido el proyecto, y sólo entonces, no antes, podrá hablarse del candidato o la candidata que lo encabece en las elecciones presidenciales de 2018.

El país continúa a la deriva, rehén de la violencia y la inseguridad; de la narcopolítica y de autoridades fallidas, que han claudicado en el ejercicio de la responsabilidad constitucional de garantizar el derecho a la vida, a la libertad, al bienestar colectivo y a la igualdad de oportunidades para todos.

Para impedir que México continúe por este trágico camino, la única alianza posible es con la sociedad.