Según investigación de Hostgator, una de las más grandes empresas proveedoras de hospedaje en el mundo cibernético (comprada hace un par de años por Endurance International Group), en 2013 ya había más de 2 mil 400 millones de usuarios de Internet en el mundo: 566% más que en el año 2000.
680 millones de seres humanos) se conecta diariamente a la red, lo que equivale al 37.3% de la población mundial. Cada segundo, calcula Hostgator, ocho personas ingresan a la red mundial de computadoras.
Pero esta empresa hosting estadounidense, con sede en Virginia, aporta más importantes datos en su investigación: por continentes, Estados Unidos tiene la mayor cantidad de internautas: 78.6% respecto de su población; le siguen Oceanía 67.6%; Europa 63.2%; América Latina y el Caribe 42.9%; Oriente Medio 40.2%; Asia 27.5% y África 15.6%.
Otros datos adicionales: el 62.2% de los usuarios busca en Internet información sobre salud, una cantidad similar (62%) lo emplea para investigar; 50.1% para operaciones bancarias; 45.5% de desempleados busca trabajo en la red; más del 50% hace compras por Internet, etcétera.
Cada día se envían 144 mil millones de correos electrónicos, escenario en el cual Gmail va a la cabeza con 425 millones de usuarios activos.
Y qué decir de las redes sociales: Facebook tiene más de mil millones de usuarios, seguido de YouTube (800 millones), Twitter (500 millones), Google (340 millones), Linkedin (200 millones), Tumblr (150 millones), Instagram (100 millones), Reddit (43 millones) y Pinterest (25 millones). En conjunto forman parte de alrededor del 64% de los usuarios de Internet.
Estas cifras nada desdeñables se acompañan del número de teléfonos celulares en uso en todo el mundo: aproximadamente 7 mil millones, casi tantos como la población mundial, la mayoría de ellos con acceso a Internet.
Sin embargo, salta a la vista la brecha digital entre países ricos y países pobres.
De conformidad con datos de ComScore, una compañía de investigación que proporciona información de marketing y servicios para muchas de las mayores empresas de Internet, Latinoamérica es la región donde más creció el número de usuarios de la red en el mundo: 12% entre marzo de 2012 y marzo de 2013. Pero, aunque hay 147 millones de internautas en la región, solamente representó el 9% de la audiencia global de internet.
Dice el estudio de ComScore que los latinoamericanos son tan sociales en la vida real como en la virtual. Invierten en redes sociales hasta cinco horas más al mes que los internautas de cualquiera otra parte del mundo.
De todas las redes, la favorita sigue siendo Facebook, a la que accede el 94% de los usuarios. En popularidad le siguen la red social de contactos profesionales LinkedIn, Twitter y Ask.
A la luz de estos datos, se explica el vertiginoso crecimiento de Internet en el mundo. Es el más importante espacio de libertad que tienen a su alcance millones de seres humanos para comunicarse.
Pero esta gran ventaja de la Web se ha convertido también en un bocado apetecible para gobiernos autoritarios, alérgicos a la crítica y proclives a mantener al ciudadano al margen de las decisiones del poder. Una de las herramientas más tentadoras para esta clase de gobiernos es la censura, el control del mundo de la informática, con medidas que filtren la información que convenga al poder e impida el paso a todo aquello que juzguen peligro para la ejecución de sus fines.
En este escenario se halla la profunda preocupación que hay en México por la intención, no obstante las promesas en contrario, de que la ley secundaria en materia de Telecomunicaciones otorgue al gobierno federal facultades para imponer censura discrecional en Internet.
María Gabriela Chávez, reportera de negocios y tecnología del Grupo Mundo Ejecutivo, le manifestaron que de aprobarse en sus términos la ley secundaria en telecomunicaciones, por lo menos cinco artículos violarían la privacidad de los usuarios, bloquearían e inhibirían los sistemas de telecomunicaciones en actos públicos, debido a la ambigüedad con que fueron redactados. A saber:
Lo dicho: he aquí una peligrosa nostalgia por el control autoritario y la intolerancia.