Existen aproximadamente 442 reactores nucleares distribuidos en 29 países, y 65 más se encuentran en desarrollo
La era nuclear marcó y dominó el escenario de las negociaciones y las relaciones internacionales durante la Guerra Fría y dio un significado especial al enfrentamiento bipolar. Con el lanzamiento de las bombas atómicas en 1945, se modificaron el significado de la guerra, la táctica militar, la negociación y las relaciones internacionales.
Hiroshima y Nagasaki sirvieron como ventana de un Apocalipsis muy cercano. El gobierno de Estados Unidos obtuvo los resultados esperados: miedo y disuasión extrema. El ataque generó una profunda impresión psicológica sobre los japoneses, que provocó la rendición del imperio. Las bombas atómicas Little Boy y Fat Man sólo eran parte de una represalia monumental, ante la cual Japón tenía que escoger entre capitular o ser aniquilado.
Los ataques nucleares son un punto de inflexión en la historia de la humanidad. Por primera vez la destrucción total del enemigo era posible y la aniquilación de toda forma de vida era una amenaza real. La Guerra Nuclear sería la última de las guerras.
El “monopolio” sobre la bomba atómica y el potencial militar estadounidense servían como medio de intimidación a otros países. El armamento nuclear justificaba la estrategia de “contención agresiva” del presidente Truman frente a la URSS y países de orientación socialista.
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial era previsible un enfrentamiento entre EUA y la Unión Soviética por el control geopolítico de Europa, Asia y América Latina. La aterrorizante demostración destructiva de EUA en Japón, así como la construcción de la bomba nuclear por parte de la URSS en 1949, provocó una “paranoia nuclear” en la sociedad internacional. La era nuclear se desarrolló en el marco de una competencia científico tecnológica que aceleró la carrera armamentista y espacial.
La competencia bipolar provocó un incremento significativo en el arsenal militar nuclear de ambos países. Esta escalada armamentista arrastró a otros países como Gran Bretaña, Francia, y posteriormente China, a desarrollar este armamento estratégico.
Como lo muestra la primera tabla, de 1945 a 1963 se llevaron a cabo 584 pruebas nucleares, de las cuales 461 fueron en la atmósfera y 123 de forma subterránea. Durante este periodo Estados Unidos realizó el 60% del total de las pruebas nucleares, casi cien más que la URSS.
El crecimiento descontrolado de armamento nuclear obligó a las dos principales potencias a realizar las Pláticas sobre Limitación de Armas Estratégicas (PLAE). El interés por regular las armas estratégicas surgió del Comité de Dieciocho Naciones de la ONU después de la crisis de los misiles cubanos.
Estas pláticas motivaron la firma de importantes tratados que se llevaron a cabo entre 1963 y 1969 y que posteriormente impulsaron el inicio de las primeras negociaciones internacionales sobre desarme entre las que destacan: el Tratado de Moscú sobre la proscripción parcial de pruebas nucleares en la atmósfera, el espacio exterior y bajo el agua en 1963; el Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares en la América Latina o Tratado de Tlatelolco, firmado en México el 14 de febrero de 1967; y el Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP), firmado en Londres, Moscú y Washington el 1 de julio de 1968.
La década de los setenta marcó un cambio en la política exterior estadounidense que se vio reflejado en el control de armamento nuclear. Este cambio se originó por la tensión política en Medio Oriente y la incorporación de China a la competencia nuclear.
La carrera nuclear entró en una nueva fase en 1982 cuando ambas potencias decidieron sustituir las negociaciones PLAE por las Pláticas sobre Reducción de Armas Estratégicas (PRAE o Strategic Arms Reduction Talks START 1). Estas convenciones proponían un desarme gradual y progresivo del armamento nuclear. Las PRAE también imponían límites cualitativos al desarrollo nuclear y se establecían claros sub límites de reducción de armas estratégicas.
El acercamiento de las potencias tuvo su momento más importante en las cumbres de Washington y Reykiavik de 1986 y 1987, que motivaron la firma del Tratado de Armas Nucleares de Alcance Intermedio de 1987. En el último año de la presidencia de George Bush se firmó el Tratado de las Pláticas sobre la Reducción de las Armas Estratégicas (PRAE I), el cual fue firmado el 31 de julio de 1991 en la cumbre de Moscú, entre George Bush y Mijail Gorbachov poco antes de la desaparición de la URSS. Para muchos historiadores este acuerdo puso fin a la Guerra Fría, pero no a la carrera armamentista.
Durante esta etapa algunas naciones del Tercer Mundo desarrollaron y compraron armamento no convencional. De 1963 a 1998 se realizaron un total de 1475 pruebas nucleares, casi todas ellas realizadas de forma subterránea. Durante esta etapa EUA fue el país que más pruebas realizó, seguido por la URSS.
La multipolaridad provocó que otros países como India, Pakistán e Israel entraran a la competencia nuclear. Frente al crecimiento acelerado del arsenal nuclear global, Estados Unidos propuso una estrategia multilateral de control de armamento específico por lo que en 1996 se firmó el Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCEN) o Comprehensive Test Ban Treaty (CTBT), cuyo alcance ha sido limitado.
A pesar de los esfuerzos multilaterales y regionales por controlar el arsenal nuclear, existe una ambigüedad jurídica en la comercialización de este armamento específico. La prohibición condicionada de las armas nucleares se deriva de los mismos tratados internacionales mencionados. Pero si bien el comercio de este tipo de armamento es ilícito, el desarrollo y compra-venta de tecnologías con fines civiles se encuentra autorizado.
Jean Claude Martínez en su libro El comercio de armas afirma que la dialéctica entre lo prohibido y lo permitido proviene de tres factores: jurídico, técnico y económico. Como lo dice el autor: “Desde el punto de vista jurídico, si la diseminación de armas nucleares está restringida, su uso civil no lo está, a diferencia de las armas químicas cuya comercialización está prohibida. En cuanto al aspecto técnico, éste plantea una dificultad mayor ya que los materiales nucleares de uso civil siempre podrán desviarse para fines militares. Finalmente, debido a la importancia económica que representa su mercado, ciertos países que poseen estas tecnologías no quieren renunciar a su comercialización”.
A nivel jurídico persisten algunos vacíos en los tratados internacionales. Por ejemplo, los artículos 1 y 2 del Tratado de No Proliferación prohíben la ayuda y el estímulo de la fabricación de armas nucleares, sin embargo esto no significa que exista un intercambio de tecnología para desarrollar proyectos de sustentabilidad energética que involucren algún tipo de industria nuclear. Al respecto Jean Claude Martínez afirma que “el objetivo de la reglamentación de las transferencias de tecnología es difícil, ya que en efecto se debe permitir el acceso a la energía nuclear al mismo tiempo que se prohíbe su uso nuclear con fines militares. Las soluciones a este dilema seguirán siendo empíricas y progresivas”.
Esta ambigüedad jurídica resulta benéfica tanto para países exportadores de tecnología como Estados Unidos, Rusia y China, como para países importadores como Corea del Norte, Siria, Irán, India, Paquistán e Israel, que continúan con sus proyectos nucleares civiles y militares.
No existe un registro claro del número de armas nucleares que se tienen en el mundo. La mayoría de las estadísticas provienen de los informes de seguridad nacional de los mismos países o de organizaciones especializadas en el control de armamento. La confiablidad de las fuentes es débil ya que se trata de información clasificada, por lo que el arsenal nuclear mundial y su distribución es aproximada.
El informe mundial de armas nucleares 2015 del Instituto de Investigación y Paz de Estocolmo (SIPRI) muestra que desde la Guerra Fría el ranking de lugares se ha mantenido sin variaciones. Rusia supera a Estados Unidos cuantitativamente con siete mil 500 armas nucleares, pero EUA es cualitativamente superior con el mayor arsenal de armas nucleares estratégicas, con dos mil 80. El armamento nuclear de ambos significa casi el 93% del arsenal nuclear mundial en 2015. Desde el punto de vista nuclear, persiste una competencia bipolar.
De acuerdo a la tabla, ocho países poseen cerca de 15 mil 850 armas nucleares distribuidas en nueve países que constituyen el mismo grupo de élite desde el fin de la Guerra Fría. En el 2006 EUA poseía aproximadamente cinco mil 500 armas nucleares activas, no obstante cuenta con otras cuatro mil 200 armas inactivas que se mantienen en reserva.
Rusia tiene un lugar privilegiado en el ranking mundial de armas nucleares pues es el único país que puede competir con el poderío militar de EUA. Debido a su capacidad militar es pieza clave en la estrategia de desarme progresivo y controlado que garantice la seguridad regional y mundial. Este proceso de desarme es contradictorio: mientras Rusia y EUA realizan acuerdos para disminuir su arsenal nuclear, proveen tecnología a otros países como Israel, Corea del Norte e Irán.
Francia se ubica en el tercer lugar. Prácticamente su material nuclear fue creado durante la Guerra Fría y en los últimos años comenzó una intensa modernización de su armamento. En el 2005 destinó tres millones de euros, a la modernización de sus fuerzas nucleares.
El poder nuclear de Gran Bretaña está compuesto por al menos 215 armas estratégicas. Debido a que este país es considerado una potencia marítima o naval, su poder nuclear se concentra en su capacidad nuclear submarina. Se estima que Gran Bretaña cuenta con al menos 58 submarinos nucleares tipo Trident II SSBN.
China rompió con el monopolio occidental de la energía nuclear. Se calcula que este país mantiene al menos 260 armas nucleares. En la última década llevó a cabo la modernización de su arsenal, que consiste en el reemplazamiento de sus misiles de intermedio o medio alcance para apoyar el nuevo DF-31 Dong Feng, misil balístico intercontinental.
India y Pakistán mantienen una carrera armamentista que se extendió al ámbito nuclear. El Prithvi (Tierra) fue el primer misil balístico intercontinental de la India probado en 1998 y el primero, que se sabe, tuvo cierta capacidad nuclear. El desarrollo del programa nuclear indio provocó que Pakistán creara al menos tres familias de misiles, entre los que se destaca el Ghauri I, probado en 1998.
Se ha confirmado la capacidad nuclear de otros países como Israel y Corea del Norte. Israel desarrolla desde hace treinta años versiones mejoradas de su misil Jericho, mientras que en el caso de Corea del Norte, realizó en el 2005 una prueba exitosa con misiles Taepodong 2 cerca del Mar de Japón.
Desde hace diez años Irán comenzó un proyecto nuclear para desarrollar armamento. Después de tensas negociaciones, en 2015 la Unión Europea, Rusia y EUA llegaron a un acuerdo histórico con el país asiático para detener el proyecto. Irán aprovechó el acuerdo para obtener ventajas económicas, sin embargo no existe ninguna garantía de que en el futuro su proyecto científico-civil no sea usado con fines militares.
Paradójicamente existen más países con capacidad nuclear después de la Guerra Fría. La proliferación del armamento nuclear superó la contención bipolar y se revitalizó en un mundo multipolar. Pareciera que la Guerra Fría fue una etapa de la misma era nuclear. Ahora vivimos la Era Nuclear en la posguerra fría.
El control y la proliferación de las armas nucleares ha tenido grandes fracasos para la comunidad internacional. Se han impulsado otros instrumentos regionales que fortalecen la prohibición del uso de armamento nuclear como el Tratado de Bangkok o Tratado sobre el Sureste de Asia, firmado el 15 de diciembre de 1995; y el Tratado de Pelindaba o Tratado de la Zona Libre Nuclear de África, firmado el 11 de abril de 1996; sin embargo estos tratados de no proliferación nuclear no han garantizado la prohibición absoluta de este tipo de armamento, por lo que su venta, exportación y transferencia seguirá condicionada. La ambigüedad de la legislación internacional para fines pacíficos provoca que muchos países continúen desarrollando programas nucleares con fines científicos, como en el caso de Irán.
La imposición de sanciones por parte de los organismos internacionales es desigual ya que se imponen restricciones a los países que importan tecnología pero poco se hace para castigar a los países proveedores. El escenario nuclear en la Guerra Fría descansaba en la bipolaridad, hoy el riesgo ha crecido por la diversidad de actores gubernamentales y no gubernamentales que pueden tener acceso a este armamento no convencional como grupos terroristas, insurgentes y guerrilleros.
Según el informe del Organismo Internacional de Energía Atómica existen aproximadamente 442 reactores nucleares distribuidos en 29 países, y 65 más se encuentran en desarrollo.
Estados Unidos encabeza la lista con 104 reactores y Francia es el país que depende en mayor medida de la energía nuclear. El desarrollo y dependencia de esta fuente de energía constituye un riesgo para la población mundial. En la próxima edición mostraremos las consecuencias devastadoras del uso de esta tecnología, en el marco del aniversario del accidente del reactor nuclear en la ciudad Chérnobil.