Opinión
La carrera presidencial en Estados Unidos: escenarios y divergencias

Claudia S. Corichi García

Claudia S. Corichi García

Diversos escenarios se han configurado en la contienda por las candidaturas a la presidencia de los Estados Unidos desde febrero, comienzo oficial de las campañas. Los resultados de los “súper martes” han prácticamente materializado las candidaturas de Hillary Clinton desde el ala Demócrata y la de Donald Trump por los Republicanos.

El proceso que se ha convertido en parte de la agenda internacional cotidiana, reviste -especialmente para México-, una situación inquietante ante la inevitable posibilidad de que Trump acceda a la Casa Blanca.

Quizás una de las primeras sorpresas que hubo en el transcurso de este año electoral, fue la salida de Jeb Bush, que a pesar de formar parte de una dinastía influyente, y de ser para algunos el más cercano a los latinos por estar casado con una mexicana, renunció a la nominación tras el revés de Carolina del Sur, lo que en su momento puso en serios aprietos a los Republicanos respecto al camino que construía el propio Trump hacia la candidatura de su partido.

Del lado demócrata, Hillary ha hecho un extraordinario trabajo, sin embargo, el increíble crecimiento de Bernie Sanders no sólo llegó a restarle poco más de mil 400 delegados a la ex Secretaria de Estado, sino que ha llevado las definiciones hasta el 25 de julio, al pleno de la Convención Nacional de este partido, dejando en el terreno de los “súper delegados” un tema sensiblemente político.

Sanders generó un peso significativo entre los jóvenes universitarios, pues su narrativa apostó desde el inicio por una línea inclinada hacia una inusual izquierda, lo que llevó al debate la cuestión de los altos costos de la educación superior, es decir, su carácter excluyente. Por ahora, es probable que Sanders represente el “as bajo la manga” de Clinton, pues de declinar y lograr un posible lugar en el gabinete de Clinton, la ex Secretaria de Estado tendría en sus manos un triunfo más contundente.

Del lado Republicano, muy a pesar de la voluntad de sus círculos de más alto poder, la candidatura de Trump ha pasado de la duda a la realidad, lo que ha reiterado el rumor de que algunos republicanos podrían verse dispuestos a votar por Clinton.

Hace unas semanas, cuando estuvo presente a invitación mía en la Cámara de Diputados, coincidía con Antonio Villaraigosa, ex Alcalde de Los Ángeles, California, en que nunca como hoy el partido Republicano ha postulado a precandidatos con una postura tan conservadora, pues todos sus personajes son de derecha real, incluso aquellos con ascendencia migrante. Queda en duda si esta posición es resultado de una acción estratégica de la derecha, como lo fue suavizar el discurso en las intermedias para ganar el Congreso; sin embargo, es probable que eso sólo lo veamos el 8 de noviembre tras los resultados de la jornada electoral. Por ahora, lo que es claro es que el partido Republicano valoró que una candidatura independiente de Donald difuminaría toda esperanza por llegar al gobierno de Washington.

El escenario que aún está vigente es que ante una votación dividida el Congreso elija al próximo presidente de los Estados Unidos, lo que abriría las puertas de la Casa Blanca a Trump, toda vez que la mayoría republicana lo apoyaría, esto dado que la Doceava Enmienda Constitucional de los Estados Unidos fundamenta esta posibilidad.

Por lo pronto, parece que el camino de Hillary Clinton está cimentado para convertirse en la primera Presidenta de los Estados Unidos, y de ser así, Angela Merkel y ella serían por un breve periodo –por la salida de la canciller alemana- las mujeres más poderosas del mundo. Se trataría de un suceso histórico que sin duda marcaría el destino de la política en el siglo XXI.

Mientras tanto, los latinos en Estados Unidos, los que son ciudadanos, tienen hoy más que nunca como responsabilidad acudir a las urnas y votar, hacer valer su voz para exigir ser respetados, pues por ahora, lejos de estados como California, su participación es marginal en estos procesos.

Finalizo subrayando que en el marco de la relación bilateral de México con los Estados Unidos, aunque lastimosamente los ataques de Trump han monopolizado la narrativa, lo cierto es que la probable llegada de Clinton a Washington, así como la de la Excelentísima Embajadora Roberta Jacobson (que celebro en términos del empoderamiento de las mujeres en la política), serán marginalmente benéficas para algunos temas de la agenda, mientras que tampoco representarán un trato especial en asuntos peliagudos como lo son derechos humanos, seguridad o migración.Claudia S. Corichi García