El próximo viernes 27 de junio, se cumplirán dos años de la detención ilegal del doctor José Manuel Mireles Valverde y tres de sus escoltas, con otras 45 personas, en Lázaro Cárdenas, Michoacán. Coincidencia o no, su arresto ocurrió una semana después de que fue entrevistado por TV Azteca, conversación (interrumpida misteriosamente) en la que Mireles describía la inseguridad pública y las irregularidades que se estaban cometiendo en Michoacán.
Su caso es paradigmático. Es un ejemplo del abusivo ejercicio del poder que se practica en México contra muchísimos ciudadanos que han sido privados de su libertad:
a) porque son incómodos para algunas autoridades de todo nivel;
b) porque estorban la complicidad entre fuerzas de seguridad y bandas criminales dedicadas a la extorsión, al secuestro y al narcotráfico; porque ante la ineptitud del Estado para garantizar seguridad a la sociedad (obligación constitucional), asumen la autodefensa de sus comunidades y, en su actuación, perjudican importantes intereses de personas u organizaciones que ya fueron penetradas hasta el tuétano por la delincuencia organizada.
Mireles se ha convertido virtualmente en sustantivo común en varias entidades federativas del país, donde acaso hay cientos de mireles encarcelados, víctimas del atropello y de la corrupción judicial, cuando no de venganzas miserables concebidas en algunos escondrijos del poder público.
El método empleado para privarlos de su libertad se ha convertido en un reiterado modelo, en impune y canallesco formato en todos los niveles del poder: se les detiene sin orden de aprehensión, sin que exista causa urgente o flagrancia, e indefectiblemente se señala (cualquier “boletín informativo” sirve para el caso), que el delito “es federal” porque el presunto o los presuntos “delincuentes” fueron sorprendidos en posesión de armamento exclusivo de las fuerzas armadas.
Así ha ocurrido y ocurre en Veracruz, Guerrero, Estado de México, Morelos, Tamaulipas, Chihuahua…
Así fue la aprehensión del Dr. José Manuel Mireles Valverde en Michoacán.
Formalmente, el proceso judicial que enfrenta es por posesión de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército, según el auto de formal prisión (en la causa penal 137/2014), que le dictó el juez federal Armando Wong, al ordenar su reclusión en el Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso 11), de Hermosillo, Sonora.
Como ha sucedido en muchos otros casos, Mireles Valverde sufrió actos de tortura oportunamente denunciados y no investigados; fue vendado de los ojos y se le amenazó con arrojarlo al mar. Tampoco se investigó la presunción de que las armas fueron “sembradas” (práctica habitual para incriminar inocentes o fabricar culpables).
Según el propio médico Mireles, él se unió al movimiento de autodefensa en Tepalcatepec, Michoacán, para proteger a su familia del cártel de los Caballeros Templarios, que llegaron a secuestrarlo y a exigir dinero para dejarlo en libertad; varios de sus familiares ya habían sido víctimas de ese cártel, incluso asesinados.
Para finales del 2013, ya era conocido el activo desempeño de Mireles en la organización de cuerpos de autodefensa.
El 4 de enero de 2014, Mireles resultó herido en un accidente aéreo, en vuelo de avioneta a la comunidad de Zicuirán. Surgieron sospechas y especulaciones, dado el clima de violencia imperante en Michoacán, ante la incapacidad manifiesta del gobernador en turno para atacar y resolver el problema.
¿Quién era el gobernador? Desde 2012, un priista muy controvertido, Fausto Vallejo Figueroa, quien inopinadamente acudió a Los Pinos el 18 de junio de 2014 a presentarle su renuncia al presidente Enrique Peña Nieto “por motivos de salud”.
Aunque los males de Vallejo Figueroa estaban acreditados (tres veces pidió licencia para atenderse médicamente), lo cierto es que su dimisión sucedió en medio del escándalo causado por la difusión de una fotografía en la que aparece su hijo Rodrigo en compañía de Servando Gómez, “La Tuta”, líder del cartel de Los Caballeros Templarios que operan en Michoacán.
Once días después del accidente de Mireles, el 15 de enero de 2014, Enrique Peña Nieto decretó el nacimiento de la Comisión para la Seguridad y el Desarrollo Integral en el Estado de Michoacán, órgano adscrito a la Secretaría de Gobernación, con el propósito de “pacificar y controlar la situación que el estado de Michoacán afronta por los grupos armados de narcotraficantes”.
Ese mismo día, Alfredo Castillo Cervantes, amigo cercano del presidente Peña Nieto, fue colocado al frente de la comisión citada.
Castillo Cervantes había sido Procurador de Justicia del Estado de México, gobernado entonces por Enrique Peña Nieto, luego de tormentoso relevo de Alberto Bazbaz Sacal, el procurador mexiquense obligado a renunciar ante la indignación y el escándalo causados por el hecho de que él, sus peritos y sus agentes, tardaron ¡nueve días! en “descubrir”, el 1° de abril de 2010, el cadáver de la niña Paulette Gebara Farah en la habitación que ocupaba en su domicilio, y cuya desaparición había sido reportada por sus padres el 22 de marzo anterior.
Este caso fue sepultado y nunca se llegó a la verdad. Cuando Eruviel Ávila fue electo nuevo gobernador del Estado de México, Castillo Cervantes permaneció en el cargo de procurador. Una vez que Peña Nieto ganó las elecciones presidenciales, lo invitó a hacerse cargo de la Subprocuraduría de Control Regional, Procedimientos Penales y Amparo de la Procuraduría General de la República. El 20 de mayo de 2013 pasó a ser titular de la Procuraduría Federal del Consumidor.
De allí, Alfredo Castillo fue llevado a Michoacán donde no permaneció ni año y medio: el 16 de abril de 2015, por acuerdo presidencial, reemplazó al clavadista Jesús Mena Campos al frente de la Comisión Nacional del Deporte.
El caso es que a las dos semanas de la designación de Castillo Cervantes como responsable de la Comisión para la Seguridad y el Desarrollo Integral en el Estado de Michoacán, el gobierno de México realizó un amplio despliegue del ejército para combatir a los cárteles… y controlar a los cuerpos de autodefensa.
En esos días surgió un video en redes sociales en el cual Mireles convocaba a los grupos de autodefensa a deponer las armas. Poco después apareció otro con un mensaje diferente, en el que el Dr. Mireles Valverde advirtió que los grupos de autodefensa no entregarían sus armas mientras el Ejército no tomara medidas de seguridad y frenara al cártel de los Caballeros Templarios con la captura de sus principales líderes: Servando Gómez Martínez (alias “La Tuta”); Nazario Moreno González (alias “El Chayo”); Enrique Plancarte Solís (alias “El Kike”), y Dionisio Loya Plancarte (alias “Tío Nacho “), entre otros.
Entrevistado posteriormente por la periodista Carmen Aristegui, el Dr. Mireles afirmó que el primer video fue el resultado de una exigencia hecha por funcionarios del gobierno de que leyera un mensaje escrito por ellos para que, editado, pareciera una declaración del propio Mireles. El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se deslindó de esta versión.
Pero los pasos dados por los opositores de las fuerzas de autodefensa que comandaba el Dr. Mireles Valverde empezaron a dar frutos: en marzo de 2014, directivos del consejo de autodefensas desconocieron a Mireles como integrante de la dirección y portavoz oficial de los grupos de autodefensa de Michoacán.
Uno de los ex asistentes de Mireles, Estanislao Beltrán, alias “Papá Pitufo”, fue encargado de las tareas de quien fuera su jefe, pero otros líderes mantuvieron su lealtad en cuanto advirtieron la intención de Estanislao Beltrán de unirse a las fuerzas rurales organizadas por el gobierno.
A principios de 2015 se presentó en el Festival Internacional de Sundance, que se celebra anualmente en Park City, cerca de Salt Lake City (Utah, Estados Unidos), el documental Cartel Land (Tierra de cárteles), dirigido por Matthew Heineman y producido por Kathryn Bigelow. Refiere la historia de los grupos de autodefensa en Michoacán bajo el mando del Dr. Mireles Valverde, y obtuvo los premios a Mejor Director y Mejor Fotografía en la categoría de documental 2015.También fue nominado para la edición 16 del Oscar.
Desde la prisión en Hermosillo, el Dr. José Manuel Mireles Valverde ha hecho públicos diversos mensajes dirigidos a la sociedad michoacana, a la sociedad nacional y a las autoridades federales y locales. Dijo en uno de ellos: “No sólo Manuel Mireles es inocente, sino todos los miembros de autodefensas que tenían que llevar un arma para defender su hogar, su familia, sus bienes, porque no había nadie para ayudarlos”.
En estas líneas está el punto neurálgico de la controvertida aparición de cuerpos de autodefensas en diversas partes de México, originados por la incapacidad del Estado de garantizar seguridad a los ciudadanos en sus vidas, sus patrimonios y sus derechos humanos.
Incapaz e ineficiente en muchas partes del país, el Estado ya fue rebasado por la inseguridad, los secuestros, las desapariciones forzadas, las extorsiones, los asesinatos (ni qué decir de la corrupción, el saqueo de las arcas públicas, la ineficiencia y otros numerosos etcéteras). Pero cuando, en su hartazgo, la ciudadanía decide “llevar un arma para defender su hogar, su familia, sus bienes, porque no hay nadie para ayudarla”, el Estado descalifica a su única fuente legítima de poder, la inhabilita y desprotege, la acusa, la criminaliza, protege a quienes la agravian y da la espalda a sus exigencias.
La tarde del viernes 8 de enero del año en curso, con motivo del nuevo año 2016, el doctor Mireles grabó un mensaje durante una conversación tenida con familiares. En el audio, compartido en la cuenta de Facebook de su hermana Virginia, el médico pidió perdón a su familia, “al gobierno de México y a sus instituciones oficiales y no oficiales, y a su estructura esparcida por todo el territorio nacional, por haberles faltado al respeto con las palabras o acciones, por haberlos ofendido con mis omisiones y desobediencia civil, por haber abusado del pensamiento liberal y por haber alterado el orden político y social de Michoacán y de México”.
En el sorpresivo mensaje, José Manuel Mireles Valverde reconoce que la lucha contra el crimen organizado sólo era competencia de las autoridades, aunque pide al gobierno que libere a todos los civiles detenidos por haber enfrentado al crimen organizado.
En su misma cuenta de Facebook, Virginia respondió:
“Querido hermano Manuel: nosotros no tenemos nada que perdonarte. Para los que te queremos porque te conocemos, sigues siendo el ciudadano ejemplar que se atrevió a soñar como pocos mexicanos se atreven a hacerlo. Eres y serás un referente para muchos soñadores que creen en un México mejor. Nadie tiene por qué emitir un juicio a tus palabras”.
Mensaje íntegro de José Manuel Mireles, grabado el 8 de enero de 2016
“Perdón y gracias. Mensaje de año nuevo. Soy el doctor José Manuel Mireles Valverde, recluido en el Cefereso número 11 de Hermosillo, Sonora, expediente 55/57.
Por medio de este conducto quiero desearle a toda la Nación mexicana un maravilloso y próspero año nuevo 2016; además aprovecho este mensaje para pedirle perdón al gobierno mexicano y a sus instituciones oficiales y no oficiales y a su estructura esparcida por todo el territorio nacional, por haberles faltado el respeto con las palabras o acciones, por haberlos ofendido con mis omisiones y desobediencia civil, por haber abusado de mi pensamiento liberal y por haber alterado el orden político y social de mi estado, que es Michoacán, y de mi Patria, que es México, porque he tomado la firme determinación de estar en paz con Dios, con mis gobernantes, con todos mis hermanos los autodefensas de la Nación, con mi pueblo y con mi familia o con lo que me quede de ella.
Perdonen pues las sinrazones de mi razón, señores del Poder Ejecutivo Federal, perdonen pues mi desobediencia civil, señores del Poder Judicial de la Federación, perdonen por mi interpretación de la Constitución y sus leyes, pues no sé leer ni escribir, sólo sé deletrear.
Señores del Poder Legislativo, a todos ustedes les ruego humildemente y desde el fondo de mi corazón, me perdonen por todo el daño que les haya causado, o por el motivo o los motivos que hayan sido. Les pido perdón a mis hijos, por haberlos abandonado a la deriva, tratando de resolver un problema que sólo le compete hacerlo a los órganos del gobierno estructurados y armados para ello.
Amé y fui amado, dijo el poeta, por los pueblos en lo general y por algunas personitas en lo particular; viví intensamente cada día como si fuera el último de mi existir. Tanto, que el cariño de los pueblos envaneció mi orgullo y pequé de ególatra contra Dios, por eso le pido perdón.
También a mi venerable padre le pido perdón por haberlo dejado sólo a sus 83 años; perdón padre mío por haberlo hecho en el último tramo de tu existencia, por irme a luchar para que ya nos dejaran vivir en santa paz y con dignidad, perdón padre mío por haberte desobedecido cuando fueron a pedirnos ayuda para levantar el pueblo en armas y diste tus buenas razones: “Ya perdí a la esposa, ya perdí el ganado, no quiero perder a ninguno de mis hijos”. Perdón por haberte desobedecido y ahora estar solo.
También les pido perdón a mis hermanos, por poner en riesgo sus vidas y su seguridad con mi decisión y que Dios los llene de bendiciones, paz y tranquilidad, dondequiera que se encuentren.
A todos los hermanos autodefensas y sus familias, les deseo paz, tranquilidad y bienestar, ahora y siempre; les pido perdón por haberlos involucrado en un sentimiento onírico para alcanzar la justicia que nuestros pueblos necesitan para la paz, la autosuficiencia y la prosperidad.
También les pido perdón a todos los líderes sociales de la República Mexicana que en su momento dieron un paso al frente para constituir oficialmente el Frente Nacional de Autodefensas para la justicia, la paz, la prosperidad y la dignidad de México, pero sin armas, como dijera mi amigo Javier Sicilia.
Lo mismo al padre Solalinde, al obispo Vera, al general Gallardo, a la señora Isabel Miranda, al señor Manuel Luna y a sus yaquis de Sonora, a mi amigo “El Bronco”, a los senadores Rufo y Correa y otros, y a los diputados y a todos los grandes autodefensas que están constituidos a lo largo de la República Mexicana.
Con lo anteriormente expuesto señores del gobierno, asumo la responsabilidad histórica de nuestra lucha social y les pido, les ruego humildemente que liberen a todos los autodefensas presos, que ninguno de ellos tiene la culpa de lo que se les acusa, ya que todo se debió a nuestra interpretación de la Constitución y sus leyes, pues no sabemos leer ni escribir, sólo silabear; así que, asumiendo la responsabilidad de los daños morales, políticos y sociales que nuestro movimiento ocasiona, les reitero mis súplicas de clemencia a los señores de la ley y la justicia por la pronta libertad de todos mis hermanos autodefensas de Michoacán, Guerrero y demás estados, que hayan sido detenidos por creer en nosotros y en nuestro movimiento social.
Ya que todos ellos, aunque la mayoría son jóvenes, son padres de familia, son pobres y humildes trabajadores del limón, del mango, del aguacate y de la pesca y del campo en general. Sus familias los necesitan, son el único sostén que sus hijos tienen, por favor señores de la ley y de la justicia, como un acto de buena fe y de amor por la Patria y sus instituciones, otórguenles la libertad a todos, la Nación se los agradecerá.
Quiero aprovechar este mensaje para enviar un saludo de paz y prosperidad y para dar las gracias a todos los mexicanos de noble corazón y buena voluntad que siempre han estado al pendiente de las necesidades de mi familia y los que han ayudado en su momento económicamente para sus gastos personales.
Y a los abogados, que con buenas intenciones ofrecen su ayuda para tratar de ganar mi caso, a todos ellos muchas gracias. También quiero expresar mi más humilde gratitud a todas aquellas familias de México y del mundo que oran y rezan todos los días por la libertad de los autodefensas.
Por último, quiero dar las gracias a toda la fraternidad masónica por no haberme dejado solo en mi situación y que el Gran Arquitecto del Universo lleve a sus hogares la abundancia de bienes para satisfacer las necesidades de toda su familia y para que ayuden un poco a los hermanos caídos en desgracia o que menos tienen. Y el poeta terminó diciendo: Vida nada me debes, vida estamos en paz. Manuel Mireles”.
El 27 de junio se cumplen dos años de la detención ilegal de Mireles