EN BUSCA DE UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Migrante Mexicano radicado en San Antonio, Texas

Dr. Alfonso Guerrero   

Relato de un migrante radicado en San Antonio, Texas

Cuando tuve contacto con personas de Movimiento Ciudadano, jamás imaginé cuánto iba a cambiar mi vida. Fue a mediados de este 2016, cuando en una reunión escuché el programa de trabajo que ellos traían. La verdad me erizó la piel.

Acostumbrado, como muchos mexicanos, a escuchar de nuestras autoridades discursos huecos y planes sin sustento, no podía creer que los sueños expuestos por ellos sobre llevar al mexicano migrante a un nivel de reconocimiento merecido porque lo ha ganado por esfuerzo y derecho propio, debido al trabajo que diariamente, desde el alba hasta que la luna nos anuncia la noche, realiza en la Unión Americana. A pesar de soportar un gran número de conflictos y malos momentos, como discriminación por ser extranjero; inseguridad por no hablar el idioma; angustia por dejar a su familia (a la madre, al padre, a la esposa y a los hijos).

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Es grato saber que hay alguien, en este caso una organización, que se preocupa por ello y tiene el ánimo y coraje de trasladarse a Estados Unidos, para estar en nuestra comunidad y conocer de viva voz sus problemas e inquietudes, vivir de cerca y palpitar con cada una de las historias que se esconden tras la sonrisa amable de quienes han tenido el coraje y la valentía de dejar atrás su hogar, su tierra; aquellos momentos que tuvo que enfrentar para migrar a otro suelo en busca de la oportunidad que nuestro país les negó.

Y es que desde acá, a lo lejos, las cosas se ven diferentes. Es una lejanía que duele. La experimentan quienes se han visto solos entre cuatro paredes, que pasan días de hambre lacerante, desubicados por las ideas que danzan en la cabeza, perdidos entre edificios y gente que no nos mira, y con la desesperación en el pecho, porque hay que enviar dinero a la familia que quedó atrás, dinero que tanto esfuerzo cuesta ganar aquí para el sustento. Solamente así se puede entender lo que circula por las venas y por debajo de la piel curtida por el sol, a causa del duro trabajo que realizan los migrantes.

Ese ha sido el sentir y el trabajo que he desempeñado en los últimos 30 años de mi vida: con la comunidad de miles de hombres, mujeres, niños y ancianos que han venido a este país, después de buscar y caminar con un morral sobre los hombros, cargado de sueños.

La distancia parece nada cuando miras el cielo nocturno: parece el mismo manto estrellado que miraba sentado en la puerta de la casa. Incluso a veces parece que el viento trae las voces de los amigos, vecinos, los niños y los cariños de siempre.

Después de mi familia, es el motivo de mi diario vivir, el poder convivir con quienes lo han dejado todo y cada día luchan bajo el sol, la nieve, el frío inclemente, así como la incomprensión de las autoridades de este país, el abuso de los patrones e incluso frente a la indiferencia de quienes ya han logrado establecerse y tienen nuestro propio color y cultura. Muchos han logrado salir adelante, han progresado con base en el esfuerzo y la energía interior. Así han podido ayudar a sus familias al tiempo que contribuyen a la economía de un país, México, cuyas autoridades no los reconocen debidamente. Autoridades que se justifican con programas que no aportan nada más que palabras, como el llamado “Bienvenido Paisano”, una bienvenida que, nunca se da realmente.

Es triste que se nos vea solamente como los “del otro lado”, “los que traen dólares”, sin que nadie repare en lo que hemos padecido, sin que sepan del sacrificio, el dolor y las privaciones que se tuvieron que soportar para ahorrar algo de dinero y poder, algún día, visitar nuestra tierra.

Ésta es la verdad, para vergüenza de nuestras autoridades. Ésta es la realidad de quienes tenemos dos países, pero no nos sentimos parte de ninguno, porque ninguno reconoce el valor del migrante trabajador, luchador de sus ideales y de sus sueños. Afortunadamente la esperanza viene de la mano de una nueva generación de líderes, tanto de migrantes que luchan sin que tengan necesidad de ser reconocidos, como por el apoyo incondicional que ahora recibimos de Movimiento Ciudadano y de la Fundación México con Valores.

Es hora de generar un nuevo proyecto de país… ¡Despierta mexicano migrante!